Opinión | editorial

La sanidad, más allá de las cifras

El análisis que se puede hacer de la sanidad pública en Aragón, cuando se echa la mirada atrás, a veces sirve para detectar cómo algunos de sus problemas más evidentes en el presente tienen una explicación lógica con la evolución que se ha seguido en los últimos años. Otras veces también sitúa al ciudadano ante un sinsentido de difícil explicación, como es el hecho de que en la foto fija actual Aragón sea la segunda comunidad en España con mayor ratio de médicos por habitante, 7,3 por cada mil aragoneses, solo superada por Asturias, con 7,32, a muy poca distancia. Básicamente porque si la comunidad ahora sigue enfrentándose al drama de las plazas vacantes sin cubrir, especialmente en el medio rural, la pregunta es cómo se puede tener un porcentaje tan elevado de profesionales colegiados y no llegar a atender la demanda más básica que requiere de estos sanitarios en un servicio tan esencial como es la atención médica de su población.

Los números son los que son pero el resultado no coincide. Debería llevar a la reflexión lo que la fría estadística dice de la edad de estos profesionales, ya que si más de la mitad de los médicos ya ha superado los 55 años, el escenario al que se adentra la sanidad aragonesa es la de un problema de mayores dimensiones en solo una década, cuando todos ellos, en teoría, deberían estar jubilados. ¿Cómo se está planificando ese hipotético 2033 en el que, si nada cambia, seguirá habiendo problemas para cubrir vacantes y, además, más de 5.000 de los casi 10.000 médicos colegiados actuales abandonen la práctica activa de la atención sanitaria en Aragón? Es como una espiral de difícil solución si no se actúa a medio y largo plazo. Porque está comprobado que aunque aumenten los médicos colegiados, un 1,9% más en solo un año de diferencia, no se ataja la falta de profesionales allá donde más se les necesita. Sus enormes dificultades para retener talento quizá está en el origen de toda esa complicada ecuación en la que la universidad no deja de fabricar profesionales y la realidad, las condiciones laborales que luego se encuentran, les aleja de la comunidad.

Pero esa misma estadística también arroja una evolución desigual según la especialidad que se observe. De entre todas las analizadas en los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), quizá se podría poner el foco en la de los psicólogos. No solo porque la ratio esté entre las más bajas del país, con 67 profesionales colegiados por cada 100.000 habitantes, sino porque esto se produce en un momento en el que los problemas de salud mental están en el foco de todas las miradas. Los expertos señalan la escalada de patologías que emergen en la sociedad, el incremento de pacientes actuales y potenciales a futuro, y aumenta también la visibilidad de estos problemas. ¿Por qué no se reacciona ante ello y se apuesta por una oferta formativa que genere más profesionales de la psicología? Quizá no sea suficiente o quizá ya sea tarde para contener una demanda creciente, pero la pregunta es si ya se está haciendo algo por atajarlo, con las listas de espera que hay en la sanidad pública para recibir una consulta de psicología que no sea de pago, y si se está midiendo bien el impacto que eso puede tener en el futuro. No son solo cifras, son señales de alerta que no se deberían pasar por alto. O la foto de dentro de 20 años todavía será peor.