Opinión | SEDIMENTOS

En torno a la Evau

Ha sido esta una semana crucial para quienes aspiran a conseguir la plaza soñada en la universidad. Por suerte para los buenos estudiantes, el acceso a los estudios superiores no solo depende de una pobre calificación en algún examen desafortunado de esta evaluación, pues cuenta en mayor medida la nota media de todo el bachillerato, premiándose así la constancia y el trabajo desarrollado a lo largo de varios cursos. Por otra parte, al margen de ciertos dislates presentes en el sistema educativo, uno de sus grandes aciertos reside en la posibilidad de enmendar desaciertos, entre ellos, merced a posteriores convocatorias, la nota de la Evau.

Sea como fuere, cuando ya muy pronto se conozcan las opciones disponibles, es muy importante elegir bien, acertar a la primera. Y, sobre todo, hacerlo de acuerdo con la vocación y predisposición natural, con la aspiración de trabajar en aquello que entraña serenidad y bienestar, en tanto que se apuntala el deseo de aprender un poco más cada día; a pesar de ello, los pertinaces datos apuntan a que cobra cada vez más relevancia el atractivo de salidas profesionales accesibles y con niveles elevados de ingresos, hilvanes que se pueden descoser con notable facilidad en un mundo tan voluble, mientras que el fruto de respetar una vocación perdura siempre. De hecho, quienes realmente estén preocupados por su integración en el mercado laboral, harían bien en optar por la poco apreciada Formación Profesional, habitualmente con mayores oportunidades.

Sin embargo, los futuros universitarios no se han examinado esta semana de dos cuestiones fundamentales: capacidad de adaptación y de trabajo en equipo. Ambas cualidades son muy valoradas en el mundo empresarial, así como en todo grupo de trabajo o investigación. Más aún, no solo se consideran imprescindibles, sino también prioritarias.

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