Opinión | virando a babor

Normandía y Europa

Se acaba de celebrar el 80 aniversario del desembarco en las playas de Normandía, las denominadas por los aliados Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. 150.000 hombres arriesgaron sus vidas y muchos de ellos la perdieron. Visité no hace mucho aquellos escenarios incluyendo el cementerio americano instalado encima de la misma playa de Omaha. Impresiona contemplar la prueba evidente del coste de la lucha por la libertad. Entre 400.000 y 500.000 soldados norteamericanos murieron en la II Guerra Mundial y más de 7.000.000 de soldados soviéticos. Y de muchas más nacionalidades. Había razones geopolíticas profundas, pero no cabe duda que su inmenso sacrificio sirvió para detener primero y luego vencer al nazismo y al fascismo. Resulta paradójico que los que ahora se llenan la boca clamando por la libertad (una libertad hecha a su medida) sean los herederos ideológicos de aquellos causantes de millones de muertos civiles y militares. Y resulta más que triste que todavía la humanidad no haya aprendido que hay proyectos políticos que se han demostrado nocivos, por salvajes e inhumanos, que el totalitarismo no trae sino desgracias y se construye sobre el sufrimiento de las mayorías. Ahora, como entonces hicieron los nazis y los fascistas hay quien planea aprovecharse de las posibilidades de la democracia para conspirar contra ella y destruirla. La Unión Europea fue un proyecto de paz que nació para acrecentar el respeto de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas que pertenecen a minorías, lograr un desarrollo sostenible basado en un crecimiento económico, proteger y mejorar la calidad del medio ambiente; promover el progreso científico y tecnológico, combatir la exclusión social y la discriminación. La pena es que muchos de los elegidos en estas elecciones conspiran contra estos valores. ¿Qué dirían todos aquellos que murieron luchando por la auténtica libertad?

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