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EL TRIÁNGULO

Ángela Labordeta

Mentiras, fragilidad y políticos de cartón piedra

Le hablan de la posibilidad de ganar; duda. La encuesta y los datos están sobre la mesa y ganar significa que dejará de ser vulnerable y que el cretino del presidente de su partido jamás volverá a no tenerlo en cuenta y él podrá pasearse por las calles de su ciudad convertido en un triunfador. Él, que nunca fue hermoso ni gracioso, ni listo ni tonto y que se convirtió en demasiadas ocasiones en el hazmerreír por sus preguntas pueriles, ahora tiene una oportunidad única, porque los datos y la encuesta así lo dicen y de esa forma podrá alejarse de aquel otro él que siempre se escondía tras las columnas para pasar desapercibido y evitar la risa y el comentario compasivo.

"Tienes que decidirte ya. Apenas si tenemos una hora", escucha que le dice el hombre que está a su lado y es su asesor, un hombre blanco y de unos cincuenta y cinco años que para él ha sido su padre político, porque desde el principio lo protegió y le explicó que para llegar y ganar hay que ser maquiavélico, demostrar una falta absoluta de escrúpulos y de empatía con los ciudadanos, porque ellos no quieren que seas como ellos, ellos quieren que hagas patria con sus sentimientos y que hables en términos absolutos para que adviertan y comprendan que tú eres la opción, la opción valiente y transgresora, y sobre todo quieren que no seas frágil y que sepas enfrentarte a cualquier gobierno que no sea el tuyo con los pies en tu ciudad, el corazón vetado al amor y sin torturas ni cicatrices.

Las palabras de su asesor persisten en el aire y son las que le infunden valor y confianza y aunque se acuerda de aquel otro él que tuvo el corazón lleno de torturas y cicatrices y que pasó años y más años en laberintos de silencio, ya no duda, porque la encuesta está sobre la mesa y ahora sí puede ganar y ganar en este momento es muy importante para él, que por fin podrá olvidar a aquel otro él que era frágil, temeroso, humilde y herido. Entonces mira fijamente a su asesor, un hombre blanco de unos cincuenta y cinco años, y le dice: "Adelante. Prepara un comunicado anunciando mi decisión de convocar elecciones anticipadas", y mientras pronuncia esa frase modula cada palabra y el momento de mayor gloria para él, que era humilde y herido, es cuando pronuncia estas dos palabras: Mi Decisión. El asesor le sonríe y lo abraza y él se siente grande, porque realmente piensa que todo lo que hace es su decisión y ya no recuerda el grado de manipulación al que ha aceptado someterse para no ser criticado ni cuestionado y así poder olvidar a aquel otro él, que era frágil y temeroso.

Está solo y mira la encuesta y frente a él solo hay un gran despacho y un ventanal desde el que la vida se ve como quien mira una pantalla en la que las cosas que pasan son cosas de otros.

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