Opinión | EL TRIÁNGULO

Desaparecidos en vida

No hay nada como una reunión con jóvenes apenas veinteañeros para darte cuenta de la fugacidad de la vida. No hace falta haber leído nunca a Virgilio, ni seguirlo de cerca como decía Sofía Mazagatos sobre Vargas Llosa. Mis compañeros de encuentro no saben quién es uno, ni otra, y al último lo conocen más como familiar de Tamara Falcó que como escritor de las mejores novelas latinoamericanas del siglo XX, derivado ahora en intelectual defensor de los regímenes autoritarios de ley y orden.

Para ellos, historia remota de este país es Mariano Rajoy, cuando para el resto la imagen en la puerta del restaurante cercano al Congreso de los Diputados, en la noche de actos, nos parece de anteayer. Mientras sus hermanos mayores o padres salían de las concentraciones del 15M, ellos lo hacían de la guardería para ver Dora la exploradora o la serie de dibujos animados más republicana de la ficción infantil, El pequeño Reino de Ben y Holly. Su percepción sobre esos acontecimientos es la misma que los de mi generación podemos tener sobre las manifestaciones en apoyo a la democracia, antes de que el golpe de Estado del 81 nos ratificará en que este era el único camino posible ante las amenazas visibles de involución. Porque si algo hemos aprendido es que todo cambia en un momento, que lo que damos por adquirido e inmutable, desaparece con la misma rapidez que la fama de los protagonistas de un reality show. Tanto desgaste, tanta exposición pública para terminar siendo recordado por muchos como la pareja de Malú, y eso a un prócer público que hablaba día sí y otro también con Sarkozy, para configurar el liberalismo europeo, debe de suponer un golpe difícil de admitir en nuestro particular ego. Aunque bien pensado, nadie mejor que el marido de Carla Bruni para comprender qué se debe sentir en esa situación. No solo dejar el poder, sino pasar al olvido público es una forma de morir en vida que no es sencilla para aquellos que han llenado portadas de diario, que han sido escuchados en los foros internacionales como si poseyeran la verdad revelada. Algunos desaparecidos en vida vuelven en su particular DeLorean por las agrupaciones locales de su partido y se convierten en el líder con más poder, no solo en su organización sino en el país equiparable solo a la que tuvo Felipe González, ahora que se conmemora el 40 aniversario de su primera victoria electoral.

Pero eso es lo extraordinario, y dentro de cincuenta años quedará también en el recuerdo brumoso de nuestros hijos, casi como Pablo Casado, Macarena Olona o Carles Puigdemont en el nuestro. Sic transit gloria mundi, y no hay mejor fin de semana para recordárnoslo a nosotros mismos.

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