EL TRIÁNGULO

La victoria del tradicionalismo

Carmen Lumbierres

Carmen Lumbierres

Isabel Preysler ha intentado hacer un docureality imitando a su hija más famosa o a la saga Pombo que no se sabe muy bien cómo ha conseguido erigirse en la gran familia rosa, y a la antes reina de corazones no le ha salido bien. La señora Preysler es de otro tiempo, igual de preocupada por la promoción de las marcas comerciales para hacer caja, pero demasiado heterodoxa en las relaciones de pareja o en su familia reconstituida. Es demasiado moderna e incluso demasiado extranjera para este tiempo en que el éxito de las mujeres neoconservadoras en redes y sus réplicas en plataformas audiovisuales glorifica a las jóvenes blancas, católicas, heterosexuales, devotas de las tradiciones sean los toros, las procesiones o los juegos de mesa. Mujeres que reviven en un bucle constante la celebración de su matrimonio, ya largo de por sí, entre los previos y las resacas, como el gran mérito de sus vidas. Del que, por supuesto quedan exentos en su preparación, los novios que se dedican a las cosas importantes de toda la vida, mientras ellas rinden culto a los detalles porque para eso tenemos otra sensibilidad.

Una vida dedicada a la crianza, a la familia bajo una imagen tradicional con la que consiguen ser abanderadas de todo tipo de publicidad que les permite ser sólo un reflejo del modelo revisitado de nuestras madres. Porque ellas sí viajan solas, sí salen de noche, sí emprenden negocios sin la autorización de sus maridos y sí eligen este modelo de vida personal desde la libertad. El dinero ayuda mucho a elegir porque si no alcanzas para pagar la hipoteca, vas a turnos y os juntáis con dos salarios mínimos interprofesionales al mes, el gusto por la tradición se termina yendo al mercadillo navideño.

Son la cara visible de una revuelta conservadora entre los más jóvenes, más inclinados a votar a la derecha política que incluso los mayores de 65 años, que se produce en toda Europa. En España, Vox obtenía en las últimas elecciones su mayor número de votantes entre los electores de 18 a 24 años. La búsqueda de las certezas en un modelo tuneado de lo que se suponía la familia tradicional, aunque realmente bastante alejado de lo que fue, aunque sí tiene en común la búsqueda de la felicidad en el entorno reducido de lo familiar. Más individualistas, menos utópicos, más pragmáticos porque probablemente la vida y las crisis económicas les hicieron así. Mientras se miran en los que veranean en Maldivas, esquían en los Alpes o estos días, vaya usted a saber por qué, van a la Alsacia. Algo tiene que ver con los mercadillos navideños, tanta luz, tanto color y tanta música aplacan la desazón aquí y en Riquewhir.

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