EL TRIÁNGULO

Se rompe España, pero por otro motivo

Carolina González

Carolina González

Escucho a líderes políticos repetir que España se rompe y Sánchez está dando un golpe de Estado; a expresidentes afirmar sin duda alguna que no se respeta ni la Constitución ni la democracia; a jueces quejarse de la no renovación del CGPJ y decir que corre peligro la separación de poderes. Sin embargo, a ninguno de ellos le veo levantar la voz por el asesinato de tantas y tantas mujeres a manos de sus parejas y exparejas cada semana.

Las matan. A ellas y a sus hijos. Nos matan. Nos quitan de en medio porque creen que somos suyas y les da igual que haya una denuncia, una orden de alejamiento o un dispositivo de geolocalización. Y mientras eso ocurre, la vehemencia de los indignados con Sánchez por la deriva que está tomando España se acalla tras una pancarta y un minuto de silencio. Gestos que ni siquiera suscitan el acuerdo de todas las fuerzas políticas porque siempre hay quienes recelan más de los ataques a la unidad nacional que del asesinato de decenas de mujeres por el hecho de serlo.

Cada número, una vida, una tragedia, un drama. Sagunto, La Coruña, Madrid... 25, 80 años... 55 mujeres han sido asesinadas en lo que va de año, una de ellas en Aragón, y la cifra crece cada mes. Es el peor registro desde hace 12 años. Una mujer ha sido asesinada cada 6 días este 2023 dejando huérfanos a 56 niños. La mayoría de ellas vivía en pareja, pero 23 se encontraban en proceso de separación de sus agresores, por lo que este se revela como un momento delicado. Son los datos publicados por el Ministerio de Igualdad, que recuerda también que desde 2003 ha habido 1.237 feminicidios.

Sin embargo, estas cifras no avergüenzan a casi nadie o por lo menos no tanto como las supuestas agresiones a la soberanía nacional y la reforma del Código Penal. Condenar la violencia de género es algo más que escribir un mensaje en redes sociales.

Ahora que algunos han desempolvado la bandera, la cacerola y el silbato, estaría muy bien que llenaran las plazas de todo el país, cada tarde o los domingos, da lo mismo dónde, cómo y cuándo, para exigir el cese de la violencia contra las mujeres. Es un asunto de Estado y no proteger la vida de esas ciudadanas amenazadas supone vulnerar un derecho constitucional. La invocación del cumplimiento y respeto de la Constitución no debería ser selectiva, sino total. Por lo tanto, garantizar el artículo 15 que supone el derecho a la vida y a la integridad física y moral no es más que una obligación ética de los que promueven un levantamiento político. No quisiera ser mal pensada y creer que aquellos que denuncian la existencia de ciudadanos de primera y de segunda según en qué comunidad residan hagan la misma diferenciación con los derechos constitucionales.

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