Tras una primera parte en la que no jugó a nada y se llevó un gol en un córner mal defendido en zona donde Barreiro entró demasiado solo y remató a placer de cabeza, en la segunda mitad, el Zaragoza se levantó. Empató en un penalti fabricado por Azón y que transformó Adrián. Y mereció ganar a un rival paupérrimo, lleno de dudas y sin fútbol, tuvo ocasiones para ello, pero volvió a regalar otro gol en la balón parado, esta vez en un error de marcaje de Vigaray, para que Venancio diera un puñetazo de terribles consecuencias para este Zaragoza empeñado en bailar sobre el alambre y que no se cayó al precipicio por el gol a última hora de Cristian.

El Real Zaragoza se queda con 5 de renta con el descenso a la espera de una jornada que puede dejarle a 2

El empate no era bueno ante un rival que acumula ya 15 jornadas sin ganar y no puede serlo por mucho que sepa bien la forma de lograrlo, cuando todo parecía perdido y la derrota metía al Zaragoza en un lío monumental. Es verdad que el equipo de JIM mereció mucho más en la segunda mitad, que no debió llegar perdiendo a esos últimos minutos, pero también que con esos regalos es mucho más difícil cerrar la permanencia, cuando restan cinco citas y el Zaragoza aún no lo ha hecho, con cinco puntos de renta ahora mismo con el descenso que, en el peor de los casos, pueden ser dos cuando acabe la jornada si Alcorcón y Cartagena ganan y el duelo entre el Castellón y el Logroñés termina en tablas.

14 goles de 38 en la estrategia

El Zaragoza ha encajado, con los de Lugo, 14 goles en la estrategia de los 38 oficiales que ha recibido a lo largo del curso y, en el día en que el rival tenía prácticamente su único recurso, volvió a manifestar esa debilidad aérea que tantas veces ha acusado y que en el Anxo Carro estuvo a punto de ser una condena letal en forma de derrota que habría traído una colección de fantasmas a un equipo que logró levantarse con la llegada de JIM y acumular puntos, hasta 30 en las 19 jornadas que lleva el alicantino, para la salvación, pero que aún necesita un último empujón, con dos victorias en las cinco citas que restan para poder respirar con tranquilidad después de un curso lleno de angustia que en Lugo vivió su episodio más dramático.

Al Zaragoza, que todavía camina en el filo del abismo, le resta jugar fuera de casa en Las Palmas y Mallorca y este equipo, a domicilio, solo ha logrado 13 puntos de 57 posibles, un bagaje terrible en un bloque que ha recibido goles en todas las salidas menos en Alcorcón y en Fuenlabrada. Y en muchos de esos 19 encuentros de viajero hubo regalos, pero sobre todo los dio el Zaragoza en el Anxo Carro, un envoltorio demasiado peligroso con la tragedia tan cercana porque convierte los partidos en casa en finales. 

Los jugadores del Real Zaragoza, abatidos tras el primer gol del Lugo. CARLOS CASTRO / PRENSA 2

En la Romareda, donde Sanidad, como en el resto de estadios españoles del fútbol profesional, no autoriza por ahora el retorno de una parte de la grada, el Zaragoza recibe el sábado al líder Espanyol, quizá en el duelo donde pueda subir, y después al Castellón y al Leganés. De Lugo, el equipo salió feliz por un punto inmerecido porque debió ganar y estuvo a punto de perder. Pero los regalos en el precipicio se pueden pagar muy caros.