De manera añadida, que tampoco estarán frente al Alcorcón el domingo que viene, Juan Ignacio Martínez no podrá disponer de Francés, Francho y Azón en el partido canalla contra el Cartagena, toda vez que han sido convocados por la selección sub-21 y obligados a concentrarse, como el resto y sin venia alguna, en la mañana de este lunes. El entrenador no los incluyó en la convocatoria y pierde a tres de sus jugadores titulares en las dos primeras jornadas, víctima de los daños colaterales de la guerra de egos entre Javier Tebas, presidente de LaLiga, y Luis Rubiales, cabecilla de la Federación.

Estamos ante una situación de injusticia manifiesta que ocasiona un perjuicio a los intereses deportivos del club y que se acrecienta por el agravio comparativo de este mismo domingo, cuando la patronal modificó sin problemas los horarios de la jornada 4 de Primera tras conocer la negativa del TAS, que obligará finalmente a los internacionales sudamericanos a viajar con sus países. Esa sí es su guerra. Los responsables del Zaragoza han intentado dar con una solución a través de dos vías. Que los canteranos pudieran retrasar su incorporación a la selección hasta el martes por la mañana. Que el encuentro se hubiera adelantado para jugarse antes, ambas sin éxito.

De manera indirecta, uno de los disparos del fuego cruzado entre Tebas y Rubiales ha acabado descargando en el Zaragoza. Todo nace de un escenario de plena anormalidad: que la Segunda, una competición totalmente profesional y repleta de internacionales, no se detenga en las ventanas de las selecciones. A partir de ahí la culpabilidad hay que repartirla entre la Federación y LaLiga por su inflexibilidad y falta de tacto. En Rubiales y De la Fuente por su poca empatía y en Tebas por haber vendido todo su alma, y la del fútbol, a las televisiones.

Desde 2014, salvo el verano de las amenazas de demandas no concretadas por Luis Suárez o alguna que otra respuesta contundente a la actuación de algún colegiado, que las ha habido, los responsables del Real Zaragoza han mantenido habitualmente una posición de tibieza institucional, si se quiere prudencia, con las cosas que vienen de la Federación y la patronal, siendo más proclives a la búsqueda del diálogo y la concordia en privado que a los aspavientos en público.

Desde el punto de vista del aficionado, una actitud difícil de entender y asimilar. Societariamente, quizá consecuente. Hay que ponerlo todo en la balanza. Por supuesto, el caso que nos ocupa. Pero también otros como el decisivo apoyo de LaLiga a la modificación del convenio o el respaldo del propio club a la aprobación del fondo CVC negociado por Tebas. El fútbol, que es así y también es esto.