La pírrica cosecha del Real Zaragoza en las tres primeras jornadas del campeonato es histórica para un equipo cuyos registros van de mal en peor. Nunca antes había sumado un solo punto a estas alturas en Segunda División mientras que en Primera solo empeora este balance en tres temporadas, la última hace más de 30 años (campaña 1990-91). Entonces, al igual que en la 52-53 y en la 42-43, los aragoneses contaron sus tres primeros compromisos ligueros por derrotas.

Además, el punto que el Zaragoza luce ahora en la tabla y que le hunde en la penúltima plaza de la clasificación, es la misma renta que logró en tres ocasiones anteriores. Todas ellas, asimismo, en Primera. Además de en las campañas 1970-71 y 79-80, el equipo aragonés también empezó de forma idéntica a la actual en la 2010-11, cuando, tras empatar sin goles en Riazor ante el Deportivo, enlazó dos derrotas consecutivas en La Romareda contra el Málaga (3-5) y en Santander frente al Racing (2-0). El mal comienzo tuvo continuidad en una temporada aciaga que derivó en el descenso del Zaragoza a Segunda División.

En esta categoría, el actual inicio liguero no tiene precedentes. Las dos derrotas ante Valladolid (2-0) y Cartagena (0-1) y el empate en el estreno frente al recién ascendido Ibiza (0-0) supone el peor registro del Zaragoza, superando los dos puntos logrados en las campañas 2008-09,13-14 o la 14-15. La pasada campaña, con Rubén Baraja en el banquillo, el equipo blanquillo también arrancó el campeonato con un empate en casa (2-2 ante Las Palmas) y sumó tres puntos de regalo en Alcorcón pese al 0-0 final merced a la alineación indebida de los alfareros, próximo rival, el domingo, del Zaragoza. En la tercera jornada, el cuadro aragonés se impuso en casa por la mínima al Albacete, con gol de Narváez.

Mal empiezan, pues, las cosas para un Zaragoza que ya va a remolque y que, a las primeras de cambio, retorna a las posiciones de descenso que frecuentó la pasada campaña. Entonces, la reacción en la segunda mano a raíz de la llegada de JIM salvó al equipo del desastre. Ahora, sin embargo, la temporada nace torcida. El regreso de la afición a La Romareda se ha saldado, de momento, con sendos disgustos y un solo punto. Nada que celebrar por parte de un zaragocismo que asiste impotente a la ineludible cita con la historia de un Zaragoza empeñado en ir de mal en peor.