Da la sensación de que el Zaragoza que quiere JIM no está listo. La impresión es que ese equipo granítico, solvente y rocoso pretendido antaño por el alicantino no tiene sentido todavía. O quizá el entrenador cree que lo conveniente ahora es dar continuidad a lo de la temporada pasada para, poco a poco, caminar hacia otro Zaragoza con más paredes y menos ladrillo. El caso es que el duelo de ayer en Santo Domingo fue una lección para JIM, responsable único del esperpento táctico de una primera mitad bochornosa y también de la bendita rectificación tras el descanso.

El caso es que el Zaragoza actual pide a gritos que su técnico le quite ese corsé que le mantiene sujeto por tres mediocentros y en el que el aliado más cercano al delantero está a una distancia sideral. Con ese trivote, no hubo ni aire ni luz. Sin él, el Zaragoza fue otro muy distinto. Más enérgico, más dinámico y más fluido. Con más sentido. Vivo.

Flaco favor le hace JIM a Petrovic otorgándole galones a estas alturas. Ni siquiera le hizo caso cuando, en su presentación, admitió no estar listo para jugar. A los cuatro días estaba en el campo para disputar los últimos minutos ante el Ibiza. No dio una a derechas, claro. Tampoco en Valladolid, donde en apenas diez minutos acaparó más errores que aciertos fruto de esa falta de forma lógica tras un verano difícil en el que el covid le obligó a frenar en seco, Pero JIM tiene claro que Petrovic ha venido a jugar. De hecho, es titular indiscutible para el técnico alicantino, que apela a su fortaleza en el juego aéreo, a su criterio con el balón y a su capacidad de trabajo para justificar su teoría. Quizá deba ser inamovible, pero, desde luego, no todavía. Su primera titularidad en el Zaragoza pregonó a los cuatro vientos el error de JIM, responsable de una primera media hora desastrosa y diseñador de un caos. El centro del campo zaragocista fue un horror en el que nadie sabía exactamente qué hacer. Eguaras, excelso durante todo el choque, caía a banda para dirigir la nave dejando a Petrovic en el centro habida cuenta de que el serbio, que empezó como interior, no sabía ni por dónde le daba el aire. Pero el balance defensivo siempre fue nefasto. 

Todo fue distinto tras el descanso. El 4-4-2 liberó al Zaragoza y sobre todo a un Eguaras inconmensurable. También a Zapater. Y trajo la mejor compañía, Narváez, a Álvaro. La alocada electricidad de Nano Mesa y la verticalidad de Borja fueron gloria bendita para un equipo más lógico ya sin un artificial Bermejo.

No. JIM no dio una lección, sino que recibió una. Ahora, la senda correcta la marca ese Zaragoza más alegre y ofensivo. No puede ser de otro modo habida cuenta de los graves problemas con el gol de un equipo que llevaba más de 300 minutos sin ver puerta. Con más gente por delante del balón y más llegadas al área, el gol siempre estará más cerca. Con el corsé, sin embargo, no hay libertad de movimientos y todo es más rígido y forzado. Puede que ese sea el plan advertido por Torrecilla y JIM cuando aseguran que el estilo de la pasada temporada ya no sirve en esta. El pasado es historia. Es hora de mirar hacia delante.