Superlópez, como le llaman en Zubieta, se estrena en casa, en su ciudad. Roberto López es un caso curioso, porque es zaragozano, estudiante del Hilarión Gimeno, en el barrio La Jota, pero nunca ha pertenecido al Real Zaragoza y desde los 15 años defiende la camiseta de la Real Sociedad. Ahora, por primera vez, visitará La Romareda y se enfrentará al equipo de su ciudad, a aquel que le llamaba cada verano siendo adolescente con la esperanza de que fichase de una vez. 

Y lo hará después de haber bajado un peldaño, desde el primer equipo al filial donostiarra, ante la falta de oportunidades que, presumiblemente, iba a tener en un conjunto de primerísimo nivel y con vitola de europeo como el txuri-urdin. No es un paso atrás, es uno llamado a reafirmarle como un futbolista de futuro en la élite.

Roberto es especial, un futbolista de patio de colegio que, como tantos otros niños destacados, fichó por el Amistad, la antesala para muchísimos jóvenes del Real Zaragoza. Tenía calidad más que de sobra para vestir la blanquilla, pero era tan amigo de sus amigos que decidió quedarse en, entonces, el equipo de Miralbueno. Con los suyos. Era tan bueno que sabía que se le iban a abrir más puertas.

Pero el zaragozano iba a más y varios clubs de enjundia empezaron a verle algo especial. El chico tenía madera de futbolista de Primera. No se equivocaron. Primero probó en el Atlético de Madrid, pero el club rojiblanco le desechó ya que «ya había mucha gente en mi posición y no me podían coger». La siguiente parada fue Villarreal, donde entonces estaba Lalo Arantegui. Fue a ver la Ciudad Deportiva, pero el Liverpool, con José Mari Barba, se cruzó en su camino y no lo pudo rechazar. Era una oportunidad de oro. Pero, tras una semana a prueba, la respuesta fue la misma que la del Atlético.

Y de nuevo, la amistad a escena. Terminó en San Sebastián porque, aparte de ser un club con aspiraciones y que mima la cantera (no como el Real Zaragoza en la época de eclosión futbolística de Roberto), tenía un amigo del pueblo que jugaba allí. Desde entonces, ha ido creciendo por cada una de las categorías, siendo siempre importante y, aunque ahora ha bajado para jugar en el filial, ha conseguido ser internacional sub-18, sub-19 y sub-21. De hecho, compartió la última convocatoria con Francés, Francho y Azón.

Pero también ha demostrado que tiene madera de Primera División y el carácter y la calidad para volver a la élite. Debutó en enero de 2019 ante el Espanyol con el primer equipo disputando 29 minutos, en la 19-20 solo participó en otros tres duelos y, en la pasada temporada, su aportación subió hasta los 17 partidos, cuatro como titular, y con tres goles, ante el Valladolid, el Elche y el Athletic.