Jornada trigésimo cuarta de Liga. Recta final de la competición y los dos equipos aragoneses estaban en la pomada de la lucha por el ascenso aunque, eso sí, llegaban al partido en dinámicas totalmente opuestas. El Real Zaragoza con una racha espectacular con siete victorias en los últimos ocho partidos y con velocidad crucero y la vista puesta en Primera. «El derbi era un partido para consolidar el trabajo que veníamos haciendo porque tras un comienzo difícil de año llevábamos una muy buena segunda vuelta. Teníamos ánimo de revancha por la derrota en el partido de El Alcoraz», recuerda Natxo González, el entrenador del equipo ese año. 

Como la alegría suele ir por barrios, todo lo contrario se vivía en Huesca. El equipo dirigido por Rubi se había mostrado infranqueable durante buena parte de la temporada pero el partido entre aragoneses les llegaba en el momento más delicado del curso. Los oscenses llevaban seis partidos sin lograr la victoria, mostraban debilidades y el ascenso que, se daba prácticamente por seguro, empezaba a complicarse. Luso Delgado, integrante de esa plantilla azulgrana, recuerda los días previos al partido. «Nosotros llevábamos en la cabeza que ese derbi tenía que ser nuestro punto de inflexión. Lo teníamos marcado en el calendario. Queríamos dar un puñetazo sobre la mesa para olvidar los problemas que estábamos viviendo. Además, podía ser la primera vez que el Huesca ganara en La Romareda. Pero es cierto que esa visita no nos llegaba en buen momento y el Zaragoza asustaba un poco», reconoce el futbolista.

El derbi fue un partido intenso, eléctrico y lleno de batallas tácticas, que casi todas fueron ganadas por Natxo González a Rubi. El partido reflejó el momento de forma y de confianza de los contendientes, con un Zaragoza protagonista con el balón y un Huesca que aguantó bien las primeras acometidas. Pudieron adelantarse los blanquillos pero la mejor oportunidad del primer tiempo la tuvo el Huesca. «Melero tuvo una ocasión muy clara antes del descanso que si llega a entrar no sabemos lo que hubiera pasado», señala Luso. 

El guión no cambió en la segunda parte, que continuó con dominio local pero la pelota se resistía a entrar. Incluso lo hizo en la jugada del único tanto del partido. Primero Papu y luego Ros se encontraron con dos buenas manos de Remiro, pero el tercer rechace ya fue demasiado para el arquero, que solo pudo ver entrar el balón tras un nuevo rechace que aprovechó el tudelano para marcar a placer y provocar la explosión de júbilo de La Romareda.

«El gol nos hizo mucho y a partir de entonces el Zaragoza fue claramente superior. A ellos les dio mucha moral y se sintieron muy cómodos. Se puede decir que el resultado fue justo», apunta el ex futbolista oscense. Más por corazón que por juego, el Huesca intentó una tímida reacción, pero sus ataques morían cerca del área zaragocista sin generar peligro, mientras que el Zaragoza, con espacios, debió sentenciar. Aunque el corto 1-0 puso incertidumbre al encuentro hasta el pitido final.

«Fue un gran partido por nuestra parte. Jugamos muy bien y la diferencia tenía que haber sido mayor. Me acuerdo del ambientazo de ese día en La Romareda», rememora Natxo González. El Zaragoza ganó y parecía que ponía la directa hacia Primera en el tramo final de la competición, en uno de los años que más cerca ha estado el ascenso, aunque al final el equipo se vio abocado a jugar un playoff de infausto recuerdo para los zaragocistas, en el que cayó eliminado ante el Numancia. No obstante, Natxo guarda un gran recuerdo de su paso por el Zaragoza. «A pesar de que fue un año de altibajos y complicado a nivel emocional estoy orgulloso de mi paso por un club tan histórico como este», confiesa el técnico.

Por su parte, la SD Huesca, a pesar de perder el derbi, supo reaccionar a tiempo y consiguió revertir la situación, logrando el ascenso directo a Primera. Así pues, uno de los derbis más decisivos entre los dos equipos aragoneses fue de color azul y blanco pero los que se llevaron finalmente el gato al agua esa temporada fueron los oscenses.