Un derbi siempre implica un plus, siempre supone más que tres puntos. El Zaragoza-Huesca no es una excepción, pese a que este duelo (21.00 horas. Gol y Aragón TV) no sea ni mucho menos un clásico, puesto que la rivalidad deportiva entre ambos equipos es de cercana creación, cuando en los últimos tiempos la caída zaragocista ha coincidido con la progresión oscense para que ambos se vean en la categoría de plata en seis temporadas con la actual desde 2008. Ese valor simbólico mayor de los puntos implica que la victoria este lunes supondrá un punto de inflexión para el ganador y un varapalo moral para el perdedor y la situación en la tabla de los dos, con el Huesca con 10 puntos y el Zaragoza en descenso con ocho, hace que no les valgan las tablas, porque los dos necesitan el impulso vital que implica este partido.

El último precedente, el 30 de junio de 2020, en una Romareda vacía tras el parón por la pandemia y en un derbi polémico con la falta a Puado de Pulido y el gol en el último suspiro de Javi Galán, impulsó al Huesca hacia Primera y al Zaragoza hacia su permanencia en el infierno, aunque ese día la cita estaba a solo siete jornadas del final. Esta vez el primer duelo llega en la novena jornada, en los albores de un curso que ni Huesca ni Zaragoza han comenzado con buen pie. Los oscenses salieron fuertes, con dos triunfos, pero han caído en su nivel y a los zaragocistas la tabla no les reconoce sus méritos. Solo llevan una victoria y aún no han ganado en casa, con tres empates y una derrota. De hecho, tras ganar ayer el Alcorcón, es el único de Segunda sin triunfos caseros. 

La Romareda lucirá casi con el aspecto de las grandes noches y en la víspera del día grande de la ciudad. El envoltorio es perfecto para que el Zaragoza dé el golpe encima de la mesa que tanto necesita. Lleva cuatro empates consecutivos y cinco jornadas sin perder, pero debe ganar ya para abandonar ese paso de tortuga que le acompaña y que solo le conduce a sufrir en la zona baja de la tabla, donde ya se encuentra ubicado. El equipo de Juan Ignacio Martínez llega a la cita con más fútbol que su enemigo, pese a que en los dos último encuentros, ante el Oviedo y el Lugo, ha dejado algunas sombras más en su generación de juego, pero vive con un terrible déficit de eficacia, que le hace ser el equipo menos goleador de Segunda pese a ser el que más remata en las ocho primeras jornadas, y además tiene la sensación, y la certeza, de que los enemigos con muy poco le hacen diana. Y esas son dos señales peligrosas que exigen ser enmendadas de inmediato.

JIM llega al duelo siendo más que consciente de su importancia, aunque sin ruido de sables ni nervios en el entorno, algo ganado por su gran trabajo el curso pasado y por esa injusticia que el fútbol está teniendo con el juego de su equipo. No cuenta con Francés, en la sub-21, ni Francho, que ha regresado lesionado de la Rojita con una contractura que pudo ser mucho más y que le hace ser duda para Málaga, ni con César Yanis, con Panamá. Ya se sabe, el virus FIFA. Juanjo Narváez parece ya recuperado de la lumbalgia que le ha hecho salir desde el banquillo en los dos últimos duelos y apunta a ser la gran novedad en el frente de ataque en lugar de Nano Mesa. No será la única en todo caso.

Hasta tres cambios para JIM

Lluís López tiene todos los números para ocupar el eje en el lugar de Francés y acompañando a Jair, mientras que en el medio no se esperan cambios, con Vada junto a Eguaras y Zapater. Arriba, Bermejo se ganó seguir ante el Oviedo y Álvaro Giménez e Iván Azón pugnan por una plaza como referencia tras dos titularidades seguidas del canterano. Quizá sea el turno para el punta alicantino y que Azón aguarde en el banquillo para castigar a la zaga oscense en el tramo final.

JIM, en todo caso, cuenta con una plantilla con más variantes que la de Ignacio Ambriz, pese a que el Huesca posee más pegada y más calidad en ataque. Arriba con dudas a la cita, tras un encuentro muy gris ante el Tenerife, una derrota dolorosa que dejó muy malas y preocupantes sensaciones y que supone que el conjunto azulgrana solo haya ganado un punto de los últimos seis. Recupera Ambriz a Cristian Salvador y a Ferreiro, aunque ambos apunten al banquillo porque llegan muy justos al pleito, sobre todo el extremo gallego, fundamental en el fútbol de ataque azulgrana. 

La duda es si el mexicano reforzará la medular y sacrificará la zona de ataque para dar más consistencia a su Huesca. No tiene a Ratiu, que está con Rumanía, ni a Insua y jugará Buffarini mientras que Florian Miguel entraría en el lateral para que Marc Mateu adelante su puesto. Con Seoane y Nwakali fijos en el medio, con la posibilidad de que Mikel Rico añada más solidez a esa medular, y con Pitta como referencia, Escriche y Joaquín Muñoz pugnarían por una plaza, con el primero, hasta ahora intocable, como favorito. 

Así se presenta, pues, un derbi lleno de necesidades para el Zaragoza y el Huesca y con el añadido que supone la presencia de una afición zaragocista a la que tanto echó de menos su equipo el curso pasado y en la recta final de la 19-20. En juego está un impulso vital que los dos equipos necesitan, más allá del valor moral que siempre tiene superar al vecino. Tres puntos y algo más en juego, dos ciudades pendientes de un duelo de máxima rivalidad y de urgencias. No es un partido más, no. Nunca lo son. Por eso, la única consigna es ganar. Mucho más cuando lo necesitan tanto... 

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Fran Gámez, Lluís López, Jair, Chavarría; Eguaras, Zapater, Vada; Bermejo, Juanjo Narváez y Álvaro Giménez.

SD Huesca: Andrés Fernández; Buffarini, Pulido, Ignasi Miquel, Florian Miguel; Seoane, Nwakali, Mikel Rico; Marc Mateu, Escriche y Pitta.

Arbitro: Hernández Maeso (Comité Extremeño).

Estadio: La Romareda.

Hora: 21.00.