Al partido de este lunes llegan el Real Zaragoza y el Huesca en una situación indeseada. Ninguno de los dos equipos está a estas alturas donde esperaba y ambos arrastran un déficit de puntos importante. El anfitrión, un Real Zaragoza que lleva nueve temporadas consecutivas fuera de su hábitat natural e intentando sin éxito recuperar el espacio perdido, ha quedado anclado en las posiciones de descenso en un extraño inicio de campeonato, con más méritos que puntos y sin haber vencido todavía en casa. Se presenta en esta fecha tan singular en un estado a caballo entre la necesidad, el hambre por ganar a un rival especial y el miedo a volver a decepcionar.

Juan Ignacio Martínez, que lo encontró la pasada temporada para reconducir un escenario peligrosísimo con riesgo real de descenso, no ha dado este año todavía con el camino. Ha modulado su propuesta, mucho más ofensiva, pero le han fallado los delanteros los días que su equipo ha derrochado fútbol de ataque y producido numerosas ocasiones. JIM tiene al Zaragoza bien ordenado, en una cifra de goles recibidos compatible con unas buenas perspectivas, pero para evitar un ataque de nervios necesita que sus jugadores empiecen a marcar, muy especialmente los puntas. Tiene el crédito bien ganado de la última campaña, pero otro traspiés le haría daño. Un triunfo oxigenaría su idea.

En el Huesca, con un límite salarial más de tres veces superior al del Real Zaragoza, por encima de los 18 millones de euros, Nacho Ambriz ha sumado dos puntos más que JIM pero sobre su figura revolotean dudas. El mexicano vive de las rentas de las dos primeras victorias consecutivas en El Alcoraz. Desde entonces, su equipo es muy inconsistente atrás, plano en el medio y le cuesta generar fútbol fácil y oportunidades. Solo el triunfo en San Sebastián le ha evitado preocupaciones mayores. Todavía no se ha hecho con el equipo y tiene a sus órdenes una plantilla con unos cuantos nombres muy atractivos para la categoría, pero coja en puestos claves, manca en otros, con apuestas que aún no han funcionado y con una delantera experimental y en el punto de mira.

JIM necesita el triunfo como el comer. El tiempo empieza a apremiar. Ambriz para que no le coman los demonios. El que gane cambiará de dinámica, cogerá confianza y saldrá muy reforzado del partido. El que pierda empezará a sentir una fuerte presión sobre sus hombros.