Hace ahora una semana, el Real Zaragoza venía de encadenar su noveno empate consecutivo en un partido que el Mirandés igualó en la última jugada pero en la que el equipo había rendido a un nivel preocupante, sometido por el rival en la segunda parte, inofensivo, impreciso, frágil en defensa y un manojo de nervios que colmó la paciencia del estadio. El castigo, vivir en la zona de descenso. Una semana después, el Real Zaragoza ha enlazado dos victorias consecutivas, la primera en la jornada intersemanal en Burgos y la segunda frente al Sporting en La Romareda, que le han permitido dar un salto importante en la clasificación y convertir las dudas, las malas perspectivas y la preocupación en un estado de nueva esperanza.

La figura de Juan Ignacio Martínez ha pasado de estar en el centro del huracán, como es natural en el fútbol cuando se producen este tipo de situaciones de crisis, a salir reforzada tras el magnífico partido del domingo. A pesar de que el bagaje de puntos era realmente escaso, los responsables del club siempre han mantenido la confianza intacta en su entrenador por su hoja de servicios, porque las conclusiones deportivas a las que llegaban nunca le habían sido netamente desfavorables y por su empatía personal.

Las próximas semanas dirán hacia dónde va el Real Zaragoza, más en una categoría en la que se pasa de la gran secada a la gran remojada con una facilidad extrema y la cotización de los equipos sube y baja como las acciones de alto riesgo pero de alto retorno. Para sacar al equipo del monumental lío en el que había caído la temporada pasada, JIM usó una fórmula clásica: firmeza atrás, solidez como local, optimización de cada ocasión de gol y recuperación emocional de los jugadores.

En Burgos, el equipo sobrevivió a su momento más crítico de este año en un mal encuentro, jugado con miedo y una propuesta conservadora, pero de una eficacia absoluta. Contra el Sporting, el técnico no insistió en esa idea ni con la que hizo fortuna en la Liga 2020-2021. Recuperó su versión 2.0, la del Zaragoza atrevido, con mucho más carácter ofensivo, presionante, que busca como tesoros las ventajas que dan los robos en tres cuartos, vertical, rápido, veloz e incisivo. Como en Fuenlabrada o ante la Real Sociedad B. El resultado fue estupendo y abrió las ventanas a nuevas ilusiones.