Ahora que se está volviendo a poner de moda el concepto de academia, tan americano, hay que detenerse una vez más en la que el Real Zaragoza tiene en la vieja carretera de Valencia. Un lugar vetusto pero con un sistema de trabajo fresco, moderno y totalmente productivo, basado en el conocimiento, el talento, el método y la discreción, capaz de hacer caer frutos de altísima calidad del árbol de cada campaña. De allí, del segundo plano de la Ciudad Deportiva, no han parado de saltar jóvenes sobradamente preparados hasta el primero, el templo de La Romareda, proyectos un día, realidades firmes al siguiente.

Los jugadores criados en la Ciudad Deportiva han sido determinantes en esta etapa de Segunda desde el punto de vista deportivo por su excelente rendimiento en el campo, claves para alcanzar los mejores momentos de este ciclo y para salir de los peores, pero también desde el prisma financiero, convertidos durante muchos veranos en monedas de cambio por un buen puñado de millones que han permitido la supervivencia económica de la Sociedad Anónima. Vallejo, Soro, Guti o Pombo son los ejemplos más puros, pero también se encuadran ahí, desde otra perspectiva, Diego Rico o Pep Biel. Todos jugadores de gran nivel y gracias a cuyos importantes traspasos el Real Zaragoza ha sobrevivido.

Ahora mismo, el club disfruta de una nueva camada, la penúltima de una interminable fuente de producción de talento, capitaneada por Alejandro Francés, secundada por Francho y por los dos hombres de moda del momento: Iván Azón y Puche, ambos el mejor botón de muestra de que la voluntad mueve montañas. La ultra competitiva generación campeona de España en categoría juvenil ha desembarcado en el primer equipo y está tirando de él con la fuerza, el coraje y el deseo de la juventud. Contra el Fuenlabrada, dos goles de los canteranos le dieron la vuelta al encuentro y auparon al trono táctico a JIM: cada cambio que introdujo fue mágico. Cada cambio y uno de los planes de partido, colgar balones laterales al segundo palo para prolongar la jugada, un manantial interminable de peligro tanto en la primera mitad como en la segunda. En el mientras tanto, Eugeni, también razón principal de la metamorfosis del equipo junto a Jaume Grau, dio un recital de clase y pausa en el medio, donde todo se cuece ahora en su fuego justo.

La academia del fútbol formativo del Real Zaragoza continúa a pleno rendimiento, con una generación constante de cosechas locas, por encima de cualquier expectativa ordinaria. Puro ADN aragonés sobre cuyo impulso cabalga el equipo hacia las alturas y que tiene loco al zaragocismo.