El Periódico de Aragón

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La opinión de Sergio Pérez

Carcedo y el frío de Zaragoza para el Pilar

Giuliano Simeone se lamenta en una acción del partido contra el Eibar. JAIME GALINDO

En este inicio de Liga, el Real Zaragoza ha sido como la propia Zaragoza en tiempos prepilaristas, un cóctel variopinto de temperaturas. Algunos días ha transmitido un rico calorcito, suave, sin asfixiar, pero calorcito del bueno, muy especialmente en los partidos contra el Sporting o el Levante en La Romareda. Otros ha acabado la jornada sin saber muy bien a qué atenerse: si tirar de una chaqueta para cubrir las vergüenzas o volver a la manga corta para dejar ver músculos, poco desarrollados pero músculos al fin y al cabo. Y un par de fechas, sobre todo un par, frente al Lugo y en Miranda, que dejaron helado.

El encuentro ante el Eibar fue de estos últimos. Dejó aterido. El Real Zaragoza no fue capaz de derrotar a un rival malherido ni jugando desde el final de la primera parte contra diez ni ante nueve durante más de 20 minutos de la segunda. El arbitraje de Trujillo Suárez fue calamitoso a un lado y al otro, pero al equipo aragonés le negó la mayor: un bello gol de Bermejo por una presunta falta por golpear con la mano en la cara a Arbilla, que realmente fue un ligero roce teatralizado. El colegiado fue a ver la acción a la pantalla del VAR y, viéndola, también erró el juicio.

La desastrosa actuación del trencilla no debe desenfocar los problemas crecientes que sufre este Real Zaragoza desorientado ahora mismo. Carcedo recurrió a Iván Azón en punta y lo juntó en el once con Giuliano, al que orilló a la izquierda. En el medio sacrificó a Manu Molina y le dio la oportunidad a Francho. El equipo volvió a irse sin marcar y suma cuatro goles en ocho jornadas, a medio tanto por encuentro. Además, su caudal de juego va en clara caída, así como la fluidez con el balón, que ha ido perdiendo fuerza hasta llegar a este punto de espesura en el que se encuentra. Ni contra nueve ni contra diez, el Zaragoza produjo peligro. Tampoco interpretó bien el escenario y se lo puso fácil a la defensa visitante con continuos balones mal colgados y fáciles de desactivar.

Gueye, el fichaje estrella del proyecto, saltó al campo como un secundario sin ningún galón y como recurso desesperado, igual que ante el Lugo o en Anduva. Dejó helado también. A poco que haga el equipo, aquí pronto sale el sol, un sol bien brillante, pero Carcedo debería saber que así, de repente, de una hora para otra, de golpe, sin verlo venir, en Zaragoza empieza a hacer frío para el Pilar.

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