La 38ª jornada de Segunda

El show de Milla Alvéndiz

La Romareda despidió con una severa bronca al colegiado, protagonista en el penalti de Nieto y en la expulsión de Cristian, pero sobre todo por su actitud chulesca en el tramo final

Milla Alvéndiz muestra la roja a Cristian Álvarez en el descuento.

Milla Alvéndiz muestra la roja a Cristian Álvarez en el descuento. / ANGEL DE CASTRO

S. Valero

La Romareda, los casi 19.000 espectadores que asistieron al partido del Real Zaragoza ante Las Palmas, despidió a Luis Milla Alvéndiz con una severa pitada tras un final del partido donde el árbitro se erigió en el protagonista, en el centro de todo lo que sucedió desde que Prieto Iglesias, desde la sala VAR, le llamó tras un largo diálogo para que viese la jugada que supuso el penalti por mano de Nieto que el colegiado de La Rinconada no señaló primero y que después sí designó una pena máxima que trajo el empate de Viera.

Desde entonces, el colegiado fue de mal en peor, no en las decisiones de trazo grueso, porque existe mano de Nieto en la jugada con esa pugna con Moleiro, el penaltito que como dijo Escribá después que les comunicaron que no se iban a pitar y se señalan «un huevo», ya que en el forcejeo el empujón del jugador amarillo hace que el lateral blanquillo, que había perdido en la carrera, saque el brazo y el balón impacte con la mano. Y también se equivoca Cristian Álvarez tras sacarle la amarilla el colegiado por perder tiempo al aplaudirle, un gesto que podía haber dejado pasar por alto el árbitro sevillano, pero que en todo caso es sancionable con esa segunda amarilla que supone la tercera roja en su carrera como zaragocista para el portero argentino, relevado en los últimos instantes por Gabi Fuentes como portero improvisado.

El madridista Vinícius, sin ir más lejos, aplaudió a Cuadra Fernández tras mostrarle la amarilla en el partido ante el Almería y no le enseñó la segunda. Está claro el doble rasero, porque ese gesto en muchas otras acciones no ha supuesto una segunda amarilla, pero en el caso de Cristian y ya en el descuento Milla Alvéndiz estaba lanzado en un show del que no quería quitarse y no lo hizo.

Su primer veredicto con el penalti fue no señalarlo y el VAR le avisó de la mano de Nieto en el forcejeo

Y es que, en esa línea delgada que suponen las decisiones arbitrales en el fútbol moderno, sometidas a cámara lenta y a un examen exhaustivo, Milla Alvéndiz hizo caso al VAR en el penalti de Nieto pese a que primero vio que no había pena máxima y hasta se le leyó en los labios decir que la llevaba pegada la mano, lo peor fue la actitud chulesca y en cierto modo intimidante de un colegiado que acabó queriendo ser actor principal, mostrando un comportamiento que está alejado de lo que debe ser un juez imparcial.

Cristian merece esa amarilla por aplaudir que a otros, como al madridista Vinícius el sábado, no les mostraron

Se le vio claro, también, cómo tras amonestar a Gueye por protestar una falta que le habían hecho una vez señalado el final se dirigía al resto de zaragocistas preguntando si querían más amarillas, mientras el delegado, Alberto Belsué, se afanaba por apartar a los jugadores del entorno del árbitro para no hacer más daño con cartulinas innecesarias. Para entonces, con siete minutos de añadido, a los que sumó dos más por la roja de Cristian, Milla Alvéndiz, que curiosamente fue el colegiado en el partido de la primera vuelta en Las Palmas, también resuelto con tablas, estaba desatado. Otro empate ante el Oviedo y la victoria en Andorra completan la terna de 4 partidos del colegiado sevillano con el Zaragoza en este curso

El acta arbitral revela que Luis Helguera se encaró con Escribá y con una agente de la Policía

Milla Alvéndiz reflejó en el acta que, tras el partido, el director deportivo de Las Palmas, el exzaragocista Luis Helguera, «se encaró» con Fran Escribá y «con una agente de la Policía Nacional, la cual le había recriminado su comportamiento con dicho entrenador. Todo ello en el túnel de vestuarios». Desde el entorno de ambos protagonistas se restó importancia a lo sucedido, producto de los nervios y de la tensión del final del partido.

Está Milla Alvéndiz en su sexta temporada en Segunda y se ha encontrado en no pocas ocasiones con el Zaragoza, «un buen árbitro», como le definió Escribá también, pero que no manejó con esa experiencia que en teoría debe tener el partido como corresponde a un árbitro profesional. No lo hizo y se convirtió en el protagonista para que La Romareda le despidiera con la mayor bronca de la temporada, un enfado que, más por la sensación de injusticia, que existe, fue sobre todo por su actitud y su forma de comportarse al final lo que soliviantó a la grada.