Real Zaragoza

El Real Zaragoza, de diez sin nueve

El equipo aragonés jugó el sábado ante el Leganés sin delantero centro nato por primera vez este curso 

Mollejo aportó dinamismo, energía y profundidad en una solución con vocación de continuidad

Velázquez eligió para la delantera a los dos efectivos (Mollejo y Mesa) que más goles llevaban en su cuenta

Mollejo, durante el encuentro del pasado sábado ante el Leganés.

Mollejo, durante el encuentro del pasado sábado ante el Leganés. / JAIME GALINDO

Jorge Oto

Jorge Oto

Llegó Bakis avalado por una gran temporada en el Andorra, con el que ocupó el tercer cajón del podio de los máximos goleadores gracias a los doce tantos anotados por el turco, uno de los futbolistas con el salario más alto en las once temporadas consecutivas que acumula el Real Zaragoza en Segunda. También vino Sergi Enrich, en su caso, de forma sorprendente cuando el balear tenía casi listas las maletas para emprender una nueva aventura en el extranjero. Y también se incorporó Manu Vallejo, el gran sueño del director deportivo blanquillo para completar, con esos tres fichajes veraniegos y la continuidad de Iván Azón, lo que se pretendía que fuera una de las vanguardias más poderosas de la categoría.

Pero, por unas cosas u otras, ninguno de ellos está funcionando. Ni siquiera el aragonés escapa al claro suspenso que alcanza de lleno a las tres incorporaciones. Dos de ellos (Bakis y Enrich) ni siquiera han estrenado su cuenta anotadora, mientras que Vallejo, un atacante polivalente que suele partir desde banda izquierda, solo ha marcado un gol (el primero del 1-3 en Cartagena). El andaluz, titular habitual en las últimas jornadas, no jugó un minuto el pasado sábado ante el Leganés y Enrich entró al campo a falta de segundos para el descuento. Los otros dos (Bakis y Azón) están lesionados y tardarán varias semanas más en levantar el pulgar para ponerse a disposición de Velázquez.

Con semejante panorama tan desalentador en la delantera, el nuevo técnico zaragocista decidió dar una vuelta de tuerca al equipo y prescindir del delantero puro (Velázquez había jugado con Enrich arriba en su estreno en el banquillo ante el Albacete) para buscar en Mollejo lo que el resto de puntas natos de la plantilla no pueden ofrecerle: rapidez, presión alta constante, dinamismo y búsqueda de espacios. Para el entrenador, defensor a ultranza de la presión alta, el espíritu guerrero e incansable de Mollejo era la opción preferencial tras la caída en combate de Azón. Así que el Zaragoza, por primera vez esta campaña y después de mucho tiempo, jugó sin un nueve puro para que Víctor Mollejo, escoltado por el olfato goleador y la llegada de Maikel Mesa, ejercieran de amenaza ofensiva.

La apuesta tenía sentido. Velázquez situaba arriba del todo a los dos jugadores disponibles con más gol. Con tres tantos cada uno, Mollejo (que también marcó en Copa para aumentar su cuenta hasta cuatro dianas este curso) y Mesa aseguraban trabajo, llegada, presión y asociación. Y funcionó. Jugar sin nueve salió de diez. El manchego, aun mermado por la máscara que protegía su nariz rota, contagió su carácter combativo al resto del equipo, se empleó con acierto en la presión alta, cayó a banda en busca de espacios y explotó una de sus principales virtudes: la conquista de duelos aéreos a pesar de no ser un futbolista alto. Mesa, por su parte, puso lo más importante: el gol, que llegó, precisamente, tras una buena combinación en la que también intervino Mollejo.

Fin a la sequía

El tanto fue el merecido premio a la superioridad del conjunto aragonés, que encontró un recurso sobre el que seguir creciendo y ponía fin a la nefasta racha de tres encuentros consecutivos sin celebrar un gol por parte de un Zaragoza renovado en el que Mollejo apunta a seguir arriba, al menos, de momento.

El manchego es la cara de una moneda en la que los puntas natos vuelven a ser la cruz, algo que se viene repitiendo a lo largo de las últimas campañas. Porque el problema del Zaragoza con el gol viene de lejos y ha alcanzado a todo tipo de delanteros centros que han pasado por La Romareda. De hecho, solo Giuliano ha triunfado en los últimos años. Un delantero de perfil distinto a un ariete puro y que hace de la velocidad, el dinamismo, la búsqueda de espacios y el desmarque de ruptura una forma de vivir. No tiene algo así el Zaragoza actual, pero Mollejo es lo que más se le parece.