La 29ª jornada de Segunda

El desplome ya es total

La derrota ante el Amorebieta confirma que el Zaragoza ha tocado fondo y deja expuesto a Velázquez, sin respuestas en las últimas semanas y con un claro divorcio con la grada, que volvió a dejar claro que no quiere que siga

Velázquez, el primer entrenador de Cordero, supo frenar la caída al llegar. Después, la nada, el mensaje futbolístico es nulo y la reiteración en una apuesta que no funciona, terrible

La afición de La Romareda muestra su enfado al final del partido.

La afición de La Romareda muestra su enfado al final del partido. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

El Amorebieta, colista y que no había ganado fuera de casa, dio el golpe de gracia a lo que se venía adivinando en las últimas semanas, donde se percibía la caída a todos los niveles de este Real Zaragoza de Julio Velázquez, que está ya tendido en la lona, con solo un punto de los últimos 12, con un divorcio claro con la grada, que ya avisó en La Cerámica y que este domingo dejó a las claras que pide un cambio de rumbo, en el banquillo, por supuesto, pero también miró al palco. Con 13 jornadas por delante, con Valladolid y Espanyol en el horizonte, el panorama ya no puede ser más negro. O sí...

La derrota deja más expuesto que nunca a Velázquez, el primer entrenador de Cordero, no se olvide, al que los resultados, que le sostuvieron poco, ya no lo mantienen, y desde luego no lo hace, si eso ocurrió alguna vez, el fútbol, una propuesta escuálida, sin argumentos, en el que el juego brilla por su ausencia, con un rendimiento futbolístico paupérrimo en el que es obvio que tienen mucha culpa los futbolistas, pero el principal foco señala siempre al entrenador, la cuerda que siempre se rompe. El técnico se ha quedado en el abismo, pendiente de la decisión del club, que debe valorar si el peligro de que la temporada se termine de complicar es real, porque ya es obvio que la palabra playoff es un chiste viendo el rendimiento que se ve, el que dio cuando Escribá se tuvo que marchar en una caída imparable y el que ofrece ahora, después de que Velázquez frenara esa dinámica hasta que de nuevo llegó la imparable crisis.

El Zaragoza ya ha demostrado varias veces en esta etapa eterna en Segunda que tiene sobrada capacidad para que se le complique todo cuando ya la oscuridad se ha cernido sobre él. Y quedó palpable con el gol de Morcillo de falta directa en la última jugada del partido. Valga pues esto a modo de aviso de lo que puede venir...

Una apuesta que le condena

Acertó Velázquez a su llegada buscando una mayor solidez con un esquema con tres centrales, cerrando vías de agua, generando mayor solvencia, pero la terrible reiteración de una apuesta que no funciona lo condena. Al Zaragoza no lo mejoró en esa faceta, en la capacidad en ataque, en el desborde y la generación de juego, el mercado de enero, más allá del acierto en la contratación de Badía, salvador de puntos con intervenciones milagrosas mientras ha podido, y de la desgracia de la lesión de Guti. La caída en las últimas semanas, cada vez con menos fútbol, con dos derrotas seguidas en casa, ante equipos de abajo, un Cartagena que fue colista y un Amorebieta que lo es, y el gris empate en Villarreal le han situado en un punto sin retorno.

La actual situación señala también a una propiedad, que dos años después de llegar, no abandona de la mediocridad al Zaragoza y, por mucho que hayan mejorado las cuentas de la SAD y se acerque el estadio, el equipo no sale de su pozo

Y esa sensación se aumenta por el divorcio con la grada, el que ya se vivió en el derbi con el Huesca que propició la salida de Escribá tras una victoria en 11 jornadas después del gran inicio del pleno al 15. En La Cerámica ya lo había dejado claro el zaragocismo, pero la pitada al descanso y al final, tras consumarse la derrota con el Amorebieta, lo dejó cristalino. La afición no quiere ni un segundo más a este Zaragoza vulgar de Velázquez, aunque esa solo sea la primera de las cosas que cambiaría.

La actual situación señala también a una propiedad, que dos años después de llegar, no abandona de la mediocridad al Zaragoza y, por mucho que hayan mejorado las cuentas de la SAD y se acerque el estadio, el equipo no sale de su pozo, y a unos jugadores superados y de paupérrimo rendimiento en la mayoría de los casos. ¿Puede ser peor? Sí, por supuesto. No frenar esta caída, no buscar un giro, mantener la actual situación, con un entrenador que no encuentra el rumbo aún podría aumentar el drama, si eso es posible, y el peligro de bajar, que sí lo es.