Real Zaragoza

La alegría de los padres de Liso: "Sabíamos que la iba a liar"

Jesús y Rosa, testigos en El Alcoraz del «gol de su vida y de las nuestras», admiten que «teníamos claro que era su día»

«Los aficionados nos preguntaban si podían abrazarnos y yo les decía que lo necesitaba», dice su padre

Liso celebra el tanto del empate en El Alcoraz ante el Huesca.

Liso celebra el tanto del empate en El Alcoraz ante el Huesca. / JAIME GALINDO

Jorge Oto

Jorge Oto

Jesús y Rosa llevan un mes instalados en una nube en la que han encontrado acomodo hasta el punto de no estar dispuestos a bajar de ella bajo ningún concepto. Su hijo, Adrián, es el gran responsable de esa gloria bendita que envuelve a la familia Liso desde que Víctor, en su estreno en el banquillo zaragocista en esta etapa, ordenó su salida al campo ante el Espanyol. Fue el génesis de una estancia con el primer equipo que, lejos de ralentizarse, ha adquirido velocidad de crucero. Ha jugado los seis encuentros dirigidos por el técnico aragonés, incluidas dos titularidades (ante el Mirandés en Anduva y este sábado en el derbi). 

Liso, estaba claro, ha llegado para quedarse y se ha convertido en una pieza clave en un Real Zaragoza en el que no deja de conquistar retos y cumplir sueños. El último, el más grande, se hizo realidad en El Alcoraz, escenario de su estreno goleador con el primer equipo. Allí, en el estadio oscense, sus padres fueron testigos de excepción de un momento inolvidable. «Fue el gol de su vida. Y de las nuestras», resume Jesús, orgulloso de un hijo que no para de hacerle llorar.

Jesús Liso: "Adrián afrontaba el derbi con una motivación extra, sinceramente. Siempre encara los partidos con ganas, ilusión y mucha profesionalidad, pero es verdad que contra el Huesca y el Barcelona siente algo especial y su grado de motivación es aún más elevado"

A escasos metros de los aficionados zaragocistas que donaron su aliento de forma incondicional a su equipo en el estadio azulgrana, Jesús y Rosa, los padres de la criatura, vivieron una de esas noches que permanecerán para siempre en la mente y en el corazón. Liso, autor del tanto con el que el Zaragoza empataba el choque después de que Loureiro adelantara a los locales, la lió. Vaya si la lió. «Pero es que nosotros sabíamos que la iba a liar. En concreto, desde que supimos, cuando dieron las alineaciones, que Adrián era titular. Algo me decía que era su día, su noche, su partido. Y el nuestro, por supuesto», asegura Jesús.

Entre lágrimas

De nuevo, aquel mismo pálpito que sintió cuando vio a su hijo calentando en la banda ante el Espanyol. El mismo que experimentó tantas veces antes viendo jugar al fútbol a ese chico que aquellas deliciosas tardes de pesca le insistía en que soñaba con ser futbolista. De nuevo aquel pálpito. Aquella sensación. Y las lágrimas. «Le aseguro que esa esperanza que tenía de que marcara se convirtió después en una certeza absoluta de que lo iba a hacer. Y, claro, Rosa y yo lloramos a moco tendido cuando lo hizo. Fue increíble».

Todo pasó muy rápido. Casi tanto como lo que tardó el chico en levantarse tras la entrada de Loureiro para renunciar al golpe franco y empeñarse en continuar una jugada que acabó de la mejor forma posible. La lección de obstinación derivó en un rescate mayúsculo. Porque fue él, Liso, quien, a sus 19 años recién cumplidos, tomaba de la mano a todo un Real Zaragoza para sacarlo a flote y llevarlo a tierra firme. «Adrián afrontaba el derbi con una motivación extra, sinceramente. Siempre encara los partidos con ganas, ilusión y mucha profesionalidad, pero es verdad que contra el Huesca y el Barcelona siente algo especial y su grado de motivación es aún más elevado". Ya le pasó en el campo del Barça (marcó los dos tantos con los que el División de Honor juvenil derrotó a domicilio al cuadro catalán antes de irrumpir en el primer equipo). «Aunque su semana había sido de lo más normal, entre otras cosas, porque Adrián siempre está igual. No le cambia ni le altera nada ni se le nota nervioso ni nada de eso. Yo alucino, pero es que él es así», admite su padre, que, insiste en que «algo me decía que la iba a liar. Y lo tuve aún más claro cuando vi cómo reaccionaba a la tarjeta amarilla que el árbitro le mostró tan temprano. En lugar de afectarle, hizo que se creciera aún más».

Jesús: "Lo tuve aún más claro cuando vi cómo reaccionaba a la tarjeta amarilla que el árbitro le mostró tan temprano. En lugar de afectarle, hizo que se creciera aún más"

Y eso que todo comenzó torcido. El tanto del Huesca y, sobre todo, la tarjeta que Ávalos Barrera mostró al canterano cuando apenas se habían recorrido los diez primeros minutos del derbi, lo ponían todo cuesta arriba. El partido, la permanencia y el protagonismo del juvenil, que, sin embargo, fue capaz de sobreponerse a todo para liderar el resurgir. «Nos miramos y lloramos. Es que cierras los ojos y echas la vista atrás y nadie se imaginaba todo esto hace apenas mes y medio. Ahí estábamos nosotros, entre un montón de aficionados zaragocistas, siendo testigos directos de cómo Adrián cumplía otro de sus sueños», se congratula Rosa, su madre, que sale al paso de la voz entrecortada de su marido, aún envuelto en una emoción «indescriptible». 

«Yo también lo veía especialmente motivado al principio, como al 500%», reconoce Rosa, que recuerda con nitidez ese instante mágico. «La afición coreaba su nombre y nos abrazamos y lloramos emocionados mientras todo el mundo saltaba y gritaba. Aún se me pone la piel de gallina. Fue algo inolvidable», asegura.

Rosa, su madre: "La afición coreaba su nombre y nos abrazamos y lloramos emocionados mientras todo el mundo saltaba y gritaba. Aún se me pone la piel de gallina. Fue algo inolvidable"

También para Jesús, al que numerosos zaragocistas reconocieron a raíz de que el club colgara en sus redes un vídeo en el que salía pescando con Adrián. «La gente me decía ‘pero qué hijo tienes’ y me preguntaban si podían abrazarme. Yo les decía que por supuesto porque, además, necesitaba esos abrazos. Así que me podían dar los que hiciera falta».

Mucho en juego

Y es que, más allá del momento de gloria de los Liso, había mucho en juego. Demasiado tiempo sin ganar fuera, mucho más sin remontar un marcador adverso y un partido clave para poner tierra de por medio con un descenso cada vez más amenazante. «La gente se lo merece. Están sufriendo mucho y sigue apoyando a su equipo contra viento y marea. Lo de esta afición no tiene nombre. Ser del Zaragoza, está claro, es especial», subraya Jesús, que lo pasó «fatal» en los últimos minutos, cuando el Huesca se lanzó a por el empate. «Solo queríamos que el partido acabara y que el Zaragoza ganara. Sufrimos mucho en los últimos minutos y estallamos de felicidad cuando el árbitro pitó el final. Eran tres puntos vitales y Adrián había sido decisivo. No podíamos pedir más», explica Rosa.

Jesús y Rosa, padres de Adrián, en El Alcoraz tras la conclusión del derbi.

Jesús y Rosa, padres de Adrián, en El Alcoraz tras la conclusión del derbi. / SERVICIO ESPECIAL

Luego vino el reencuentro con Adrián, el último en salir del campo tras pasar por la entrevista con la televisión y de posar con unos aficionados entregados en cuerpo y alma a ese chaval aún juvenil que acaba de renovar con el Real Zaragoza mientras el Real Madrid le sigue de cerca. «Cuando todo acabó vino a darnos un abrazo y fue muy bonito. Nosotros estábamos en una nube y él, más o menos, como siempre. Es impasible, casi de hielo», reitera su padre con asombro. «Pero estaba feliz, muy feliz. Era consciente de que había sido un día muy grande para él pero también algo muy importante para el Zaragoza», añade.

Otra camiseta para enmarcar «junto a la blanquilla de su debut con el primer equipo», señala Rosa, que no tiene duda alguna de que Adrián seguirá cumpliendo etapas y sueños. «Ojalá llegue a lo máximo. Para nosotros es un gran orgullo poder disfrutar de lo que está haciendo y estoy convencida de que conseguirá lo que se proponga» y destaca la mejor virtud de su hijo. «Adrián es un chico normal y humilde al que nunca se le ha subido nada a la cabeza. Tampoco ahora, a pesar de todo lo bueno que le está pasando. Él es como siempre y no despega los pies del suelo. Es un buen chico».

Rosa: "Adrián es un chico normal y humilde al que nunca se le ha subido nada a la cabeza. Tampoco ahora, a pesar de todo lo bueno que le está pasando. Él es como siempre y no despega los pies del suelo. Es un buen chico"

Nobleza y valor, Liso encarna la esperanza del zaragocismo en un futuro mejor. Es el extraordinario valor de una Ciudad Deportiva que no deja de aportar piezas valiosas a un primer equipo, de nuevo, rescatado por los chicos de casa, como viene sucediendo en las últimas temporadas. Esta vez fue Liso. Como antes lo fueron Francho, Francés y Azón. Es la luz que viene de abajo para alumbrar entre las tinieblas de un primer equipo que, mientras estén ellos, tendrá futuro. «Es un orgullo tremendo que Adrián ayude a seguir remando todos juntos. Porque eso es lo que hay que seguir haciendo», indica Rosa. 

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