La actualidad del Real Zaragoza

Derrota... sin consecuencias

El Zaragoza compitió bien y mereció más hasta el descanso y después el desgaste físico generado por su juego, la falta de relevos para refrescar el equipo y la roja de Toni Moya inclinaron la balanza a favor del Oviedo

Francés cae ante la presión de Alemao en un momento del partido.

Francés cae ante la presión de Alemao en un momento del partido. / JUAN PLAZA / LA NUEVA ESPAÑA

Natxo González

El Real Zaragoza salió al estadio Carlos Tartiere con la ‘tranquilidad’ y la ilusión de que una victoria podría darle la salvación virtual debido a los resultados cosechados por sus rivales directos.  Y Víctor Fernández, no sé si por convicción o por necesidad, decidió mantener la estructura de las últimas jornadas y que tan buen resultado dio, tanto en Huesca como en Leganés fuera de casa.

Ya el comienzo de partido sirvió para observar cuál era la estrategia de partido del equipo zaragocista: presionar alto en reinicios de juego y, si no, actuar con el bloque a una altura media-baja para salir con rápidas transiciones. En este repliegue se apreció una ligera variante (1-5-1-4), los dos ‘puntas’ (Liso y Azón) defendían los costados hasta una determinada altura, dejando la salida de balón a los centrales, manteniendo el triángulo central (Grau, Moya y Mesa) en mediocampo, los dos carrileros (Gámez y Zedadka), los tres centrales (Mouriño, Jair, Francés) y Cristian en la portería.

Durante el primer tiempo el Real Zaragoza defendió muy bien y no concedió ninguna ocasión al Real Oviedo. Ofensivamente tuvo menos posesión (59 %-41 %) pero generó más peligro, con varias finalizaciones (una muy clara de Liso) y muchas acciones a balón parado (11 saques de esquina), fruto de las transiciones principalmente. Cuando recuperaban el balón, se desplegaron muy bien, tenían salida y profundidad por fuera con Azón y Liso, además de una buena ocupación interior con los tres medios. El Real Zaragoza compitió bien y posiblemente mereció más en estos primeros 45 minutos. 

En el segundo tiempo, el Real Oviedo con la salida de Cazorla fue incrementado su dominio y acercamientos al área rival, empezando a generar alguna ocasión de gol. El Zaragoza, a pesar de ello, siguió dando respuesta en los primeros 15-20 minutos con tiros de Azón, Mesa y Enrich. A partir de este momento el juego se fue inclinando claramente hacia el bando local, motivado desde mi punto de vista por tres causas; primero, por el desgaste físico generado por este tipo de juego tan vertical (sin pausa); segundo, el Zaragoza no pudo refrescar el equipo debido a las limitaciones y bajas existentes, y tercero, la expulsión de Moya. De todo esto se aprovechó el Real Oviedo (gran plantilla), hundiendo al rival hasta noquearlo. Una derrota más, segunda consecutiva, aunque por suerte sin consecuencias clasificatorias.