Trombosis del viajero

El mal llamado síndrome de la clase turista

Durante los viajes, en especial si son de larga distancia, la escasa movilidad que nos permiten los reducidos espacios en los medios de transporte y el hecho de permanecer sentados durante horas dificulta el retorno venoso en los miembros inferiores.

El síndrome de la clase turista puede generar trombosis.

El síndrome de la clase turista puede generar trombosis. / Benoit Daoust

Cuando la sangre no fluye con normalidad, sentimos que las piernas se nos entumecen y nos duelen, y al mismo tiempo se nos hinchan los tobillos y los pies. Esto es lo que se conoce como «síndrome de la clase turista», que no tarda en aparecer si llevamos más de cuatro horas pegados al asiento del avión, del tren, del barco, del autobús o del coche.

Hay que tomarse en serio estas molestias, porque en algunos casos pueden ser preludio de un trastorno circulatorio y de coagulación sanguínea que conlleve un considerable peligro: una trombosis. En circunstancias normales, los músculos de las extremidades inferiores realizan una acción de masaje sobre las venas, favoreciendo el tránsito de la sangre desde las piernas hacia el corazón.

Sin embargo, durante el viaje, si permanecemos demasiado tiempo sin activar la musculatura, el retorno de la sangre se ralentiza, provocando entumecimiento, hinchazón y una mayor propensión a la aparición de un trombo (coágulo de sangre) dentro de las venas profundas. En algunos casos, estos coágulos se desprenden y viajan por la circulación hasta los pulmones, provocando la trombosis pulmonar.

La trombosis del viajero consiste en la formación de un coágulo de sangre, típicamente en el interior de las venas profundas de las piernas. En ocasiones, este coágulo puede desprenderse y comprometer el pulmón, lo que se conoce como embolia pulmonar.  

Puede afectar a todas las personas que realizan viajes de larga distancia, de una duración de más de cuatro horas, ya sea en avión, tren, autobús o coche. Aunque también puede afectar a cualquier persona. La duración del viaje y algunos factores personales como la obesidad, una cirugía reciente o algunas enfermedades crónicas (cáncer, alteraciones de la coagulación) o medicamentos (anticonceptivos orales), pueden aumentar el riesgo de tener una trombosis durante el viaje. 

Los principales factores de riesgo de desarrollar trombosis del viajero son: permanecer sentados en vuelos que superan las cuatro horas o viajar más de seis horas en coche. Esto provoca que la circulación comience a sufrir alteraciones que pueden predisponer una trombosis. 

La escasa movilidad, la baja presión atmosférica y la disminución de la velocidad circulatoria, conjuntamente, provocan una mayor adherencia de los glóbulos rojos, principalmente en las pantorrillas, debido a la flexión de las piernas durante tantas horas. Esta situación podría desencadenar la formación de coágulos. Si bien el permanecer con las rodillas flexionadas perjudica la circulación venosa, el riesgo de que se forme un coágulo resulta relativamente bajo.  

Algunas recomendaciones

En los viajes que duran más de cuatro horas es recomendable seguir unas normas básicas:

  • Mantenerse bien hidratado: beber abundante agua y evitar el alcohol o el café.  
  • Levantarse regularmente y caminar en la medida de lo posible cada dos horas.  
  • Realizar ejercicios y estiramientos de las piernas mientras se está sentado: levantar los talones, levantar los dedos de los pies, contraer y relajar los músculos de los gemelos.  
  • Evitar cruzar las piernas.
  • Evitar utilizar ropa muy ajustada.

En el caso de aquellas personas con factores que aumentan el riesgo de trombosis se recomienda consultar con el profesional sanitario sobre la necesidad de medidas adicionales como el uso de medias elásticas durante el trayecto.

Durante los viajes es necesario beber abundante líquido, ya que la deshidratación eleva el riesgo de trombos, y especialmente en los aviones, puesto que la presurización de las cabinas y la escasa humedad del aire hacen que en personas predispuestas o con problemas de base puedan padecer alteraciones de circulación venosa. Y además, para prevenir también que la piel pierda humedad y se reseque con el aire acondicionado, no está de más aplicarse una crema hidratante antes y durante el viaje.

Síndrome de la clase turista.

Síndrome de la clase turista.

Principales síntomas

Los signos más típicos que produce la trombosis venosa son los siguientes: 

  • Dolor en la pantorrilla o en el muslo.
  • Aparece una coloración de tono azulado.
  • La piel se hincha o aumenta su temperatura.
  • Hormigueo en los pies y en  el tronco inferior.
  • Las piernas y los pies se hinchan, duelen y se sienten con pesadez.

En el peor de los casos, se puede formar un coágulo por la acumulación de sangre en las venas. «Una vez formado el coágulo, este puede liberarse a la circulación y provocar una embolia de pulmón, que provocará dificultad respiratoria, taquicardia, dolores de pecho y, en algunos casos, pérdida del conocimiento», puntualiza el cardiólogo.

Por todo ello, ante la sospecha de esta enfermedad, se aconseja acudir a la consulta del especialista para valorar el riesgo real de cada caso y, si es necesario, planificar los viajes de larga distancia. Esto también se recomienda si se detectan síntomas, como molestias e inflamación de una pierna, dolor en el pecho o falta de aire.

¿Qué condición médica y/o física aumenta el riesgo en los viajeros?

  • Tabaquismo.
  • Obesidad.
  • Hipertensión arterial.
  • Diabetes mellitus.
  • Asma.
  • Insuficiencia renal crónica.
  • Artritis reumatoide.
  • Cáncer.
  • Problemas con el colesterol y los triglicéridos.
  • VIH/Sida.
  • Varices.
  • Consumo de anticonceptivos orales.
  • Cirugía en las últimas 12 semanas previas al vuelo.
  • Fracturas en los últimos 3 meses previos al vuelo.
  • Edad superior a los 70 años.