Hace dos años, el Superdome de Nueva Orleans se convertía en emblema de cemento de la ignominia, del abandono de una población acosada por la furia del agua. Ahora, como empujado por el poderoso viento que propaga las llamas en el sur de California, su fantasma se evapora en otro estadio. El Qualcomm de San Diego ya se conoce como el Ritz de los refugios. Y no solo las autoridades se muestran orgullosas; sus pobladores forzosos aseguran estar recibiendo "tratamiento VIP"."Nunca pensé que en una situación como esta pudiera estar tan bien", dice Angélica Aguilar, una de las 13.000 ocupantes del Qualcomm. Aguilar habla frente a un plato de pollo asado en una mesa con mantel mientras tres músicos animan la cena. En el Qualcomm --en cuya segunda planta los médicos tratan a ancianos y enfermos-- hay masajes, acupuntura y yoga. Se pueden recargar los móviles y consultar gratis internet. Los niños tienen juegos, payasos y profesores. Y en el párking, donde se han instalado en caravanas y tiendas de campaña quienes tienen mascotas, una gran pantalla proyectaba películas."La principal diferencia con Nueva Orleans es que aquí se está tratando a todo el mundo con el mismo respeto", analiza Keisha, una mujer negra. Las autoridades hablan de "lecciones aprendidas", en palabras del alcalde de San Diego, Jerry Sanders, y el administrador de la Agencia Federal para las Situaciones de Emergencia (FEMA), David Paulison, que el martes se dio un baño de multitudes junto al gobernador, Arnold Schwarzenegger, y el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff. La mayoría de evacuados confía en que sus casas no habrán sido consumidas por las llamas y podrán regresar en uno o dos días.