El debate sobre el consumo de carne lleva semanas sobrevolando la política alemana, pues algunos partidos políticos se han aventurado a solicitar un aumento de los impuestos pensando en el planeta. Es el caso de los socialdemócratas (SPD) y los Verdes, quienes se han mostrado favorables a elevar el IVA de la carne del 7% actual al 19%. «Hay que usarla para mejorar el bienestar de los animales», afirma Friedrich Ostendorff, portavoz de la política agrícola de los ecologistas en el Parlamento.

Los promotores están buscando una manera de cambiar unos hábitos de consumo perjudiciales tanto para la salud humana como para la medioambiental e implicar a los productores de carne en un sistema más sostenible. Tanto el SPD como los Verdes apoyan así la petición de la Asociación Alemana para el Bienestar Animal, que solicita al Gobierno aumentar ese impuesto además de introducir un gravamen sobre la emisión de dióxido de carbono.

La propuesta animalista señala que la subida de este impuesto supondría «solo unos pocos céntimos» más para el consumidor y que el dinero recolectado podría destinarse a financiar la conversión del sistema actual de ganadería industrializada. «El camino hacia una ganadería socialmente sostenible cuesta miles de millones, algo que los ganaderos alemanes no pueden soportar por sí solos», remarca Albert Stegemann, portavoz de Agricultura de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) que lidera Angela Merkel. El Gobierno calcula que la reconversión costaría entre 3.000 y 5.000 millones de euros.

DIVISIÓN

El miércoles pasado el ejecutivo aseguró que había formas más eficaces de impulsar una política responsable con el clima y el bienestar animal en la ganadería, pero sin especificar cuáles son. En el 2016, la gran coalición entre conservadores y socialdemócratas se fijó como objetivo reducir las emisiones contaminantes entre el 31% y el 34% en el sector agrícola para el 2030, una meta que de momento está alejada de la realidad.

Al escepticismo del Gobierno hay que sumarle la oposición de los otros partidos, aunque por diferentes razones. La izquierda quiere que se respete la ley de protección de los animales con regulaciones, pero rechaza la propuesta porque ese aumento de los precios golpearía a las rentas más bajas.

Por otro lado, los liberales (FDP) consideran que esta medida perjudicaría la competitividad de los productos alemanes en el mercado y que los consumidores adquirirían productos extranjeros más baratos en lugar de aligerar su dieta cárnica. La ultraderechista AfD también se opone al impuesto al creer que solo aumentará la dependencia financiera de los agricultores del Estado. Greenpeace va más allá y propone crear un impuesto en el matadero. Así, serían las grandes corporaciones cárnicas quienes pagarían una tasa que se utilizaría para ayudar a los pequeños agricultores que quieran ser más ecológicos. El precio final de la carne crecería hasta un 10%, incentivando a un menor consumo y una mayor concienciación social.