Todo comenzó el 1 de mayo de 1886. Por aquella época los obreros soportaban jornadas interminables de hasta 16 horas con unos salarios ínfimos. Ese día en EEUU se consiguió movilizar a más de 340.000 trabajadores y parar más de 5000 fábricas. La principal reivindicación era la jornada laboral de ocho horas. Dicha huelga en Chicago acabó en tragedia. En la plaza de Haymarket se desató una batalla campal entre los manifestantes y la policía que se saldó con unos cincuenta militantes y seis policías muertos.

Las autoridades actuaron con dureza: se declaró el estado de sitio y se detuvo a ocho dirigentes socialistas y anarquistas, que fueron enjuiciados, siendo ahorcados al año siguiente cuatro de ellos. Estas noticias dieron la vuelta al mundo y, en el Congreso Internacional Obrero Socialista de 1889 de París, en homenaje a los muertos de Chicago, se decidió establecer como fecha de reivindicación obrera el Primero de Mayo.

Zaragoza fue partícipe de la primera celebración internacional del 1 de Mayo, que tuvo lugar en el año 1890. Ese día se convocó huelga pero las manifestaciones se retrasaron al 4 de mayo.

'El Diario de Zaragoza' el día 3 señala que la capital del Ebro es «la única población de España en que la huelga está generalizada». Al año siguiente los trabajadores zaragozanos lograron prolongar la huelga durante 11 días, consiguiendo de algunas empresas la concesión de la jornada laboral de ocho horas.

Para ponernos en situación hay que tener en cuenta que, en estos momentos, Zaragoza es una de las ciudades más revolucionarias de España. En 1917 los días laborales perdidos por huelga en dicha ciudad eran los segundos más altos de toda España, solo superados por Barcelona. Pero es que en 1919 la capital aragonesa superó a la ciudad condal. Había un profundo ambiente de lucha obrera en Zaragoza, que además estaba considerada como la gran perla anarquista del norte de España junto a la capital catalana. Esta gran urbe actuaba como catalizador del movimiento obrero en Aragón. De hecho, en el año 1920, de las 70 huelgas que hubo en la provincia zaragozana, más de la mitad tuvieron lugar en los pueblos y no en la ciudad.

La dictadura de Miguel Primo de Rivera supuso un frenazo en las huelgas y celebraciones del 1 de Mayo. Todo lo contrario ocurrió durante la Segunda República. En 1937, durante la guerra civil, Franco abolió por decreto la Fiesta del Primero de Mayo. Al año siguiente estableció el 18 de julio como fecha para la celebración de la Fiesta de la Exaltación del Trabajo, haciéndola coincidir con el festejo en honor al Golpe de Estado que desencadenó la guerra civil y que acabaría poniendo fin a la Segunda República.

Las organizaciones obreras se las arreglaron para, desde la clandestinidad y enfrentándose a la represión franquista, organizar actos los 1 de mayo. Aunque fueran pequeñas acciones que se desbarataban muy pronto y que tenían funestas consecuencias para los supuestos organizadores, eran un auténtico pulso y desafío al sistema.

En el año 1955 el papa Pío XII, legitimador del régimen franquista, decidió llevar el día Internacional de los Trabajadores por derroteros sagrados y se sacó de la chistera el Día de San José Obrero. Se pretendía desprender al uno de mayo de su carga política y convertirlo en un día dedicado a una festividad católica. Al año siguiente Franco instituyó la festividad de San José Obrero. Todos los unos de mayo las autoridades franquistas estaban expectantes, así que las organizaciones obreras y estudiantiles organizaban actos de protesta en los días previos. Por su parte, los dirigentes reaccionaron adelantando las medidas preventivas unos días antes también.

Especialmente conflictivo fue el abril y el mayo del 68 en la Universidad de Zaragoza. Los ánimos ya venían caldeados desde el año anterior, en que las Fuerzas del Orden Público entraron en el campus universitario sin que lo solicitara el rectorado, violando el fuero universitario. Desde enero hasta abril van sucediéndose manifestaciones, asambleas, arrestos, multas, alcanzándose el clímax entre el 30 de abril y el uno de mayo, con catorce detenciones en Zaragoza. Además, por mucho que el gobierno se esfuerce en ocultar la información, a los pocos días van llegando las noticias del mayo del 68 francés, sirviendo de inspiración.

Finalmente, con la llegada de la democracia, el 1 de Mayo ha perdido su componente de desafío al sistema y para mucha gente es un día festivo más, por mucho que le duela a los sindicatos y a las organizaciones obreras. No obstante, para aquellos que tienen conciencia de clase obrera es un día emotivo, ya que no olvidan lo que se festeja ni el difícil camino recorrido.