Como ocurre cada año, el último domingo de octubre los países de la Unión Europea actualizan sus relojes para pasar al horario de invierno. Este año, los ciudadanos españoles deberán retrasar una hora las agujas del reloj en la madrugada que va de este sábado 30 de octubre al domingo 31. De esta manera, a las 3:00 horas del domingo, volverán a ser las 2:00 horas.

Los países implantan esta modificación horaria en dos ocasiones durante el año con el objetivo de adaptar el horario laboral a las horas de sol y ahorrar así energía. Así, las empresas y los hogares pueden reducir el consumo energético al encender las luces menos horas al día.

Con el cambio de hora del mes de octubre en la península recuperamos la que se considera hora oficial del país, que es ir una hora por delante del tiempo que marca el meridiano de Greenwich (Greenwich Mean Time GMT).

¿Cuánto se ahorra con el cambio de hora?

Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) el cambio horario supone en los meses posteriores a éste un ahorro en iluminación en el sector doméstico "del 5 por ciento", lo que equivaldría a 300 millones de euros de ahorro según los precios vigentes, de los cuales 90 millones correspondería a los hogares españoles. Esto supondría 6 euros de ahorro por hogar. El resto se ahorrarían en los edificios de la industria o el sector servicios.

El ahorro se produce entre los meses de marzo a octubre, ya que en esta época el sol sale antes y se pone más tarde, es decir, los días son más largos.

En estos meses se registra el periodo del año en el que la insolación es mayor para los países del hemisferio norte, como el nuestro. Gracias a esta medida se consiguen ganar 135 horas de luz, con el consiguiente ahorro energético.

Los datos sobre este ahorro económico no son demasiado concluyentes. ShutterStock

La entidad pública adscrita al Ministerio para la Transición Ecológica señala que para alcanzar el potencial ahorro deberá realizarse un comportamiento "responsable" en el hogar a la hora de prescindir de la iluminación artificial cuando no es necesaria, así como la utilización de tecnologías de ahorro en iluminación por aprovechamiento de la luz natural en las oficinas.

Mayor gasto por la tarde

Sin embargo, los que se oponen al cambio horario mantienen que el potencial de ahorro energético "es una suposición" y se basan en estimaciones hechas sin demasiado rigor.

Además, consideran que lo que se ahorra por la mañana, cuando amanece más temprano, se gasta por la tarde, ya que en invierno es cuando la gente está más en casa y por lo tanto consume más por las tardes (calefacción, luces encendidas a partir de las 18:30 horas...).

Así, tras el cambio de hora la punta de consumo de adelanta de las 20.30 horas a las 19.00 horas, algo que se puede ver en la web de Red Eléctrica de España (REE), la empresa que registra minuto a minuto el consumo de energía.

Los críticos con el cambio horario también argumentan que el supuesto ahorro económico se diluye poco a poco con el paso de las semanas: en los primeros días sí hay ahorro, pero poco a poco se va perdiendo.

Efectos más allá de lo económico

El cambio al horario de invierno puede afectar sobre todo a las personas con patologías, a los bebés lactantes y a las mascotas. Los efectos del cambio en los biorritmos resultan similares, pero menos bruscos que el fenómeno 'jet-lag', que se produce tras un largo viaje. Al despertarse, cuando el reloj biológico marca la hora a la que está acostumbrado, es cuando se producen alteraciones, aunque en poco tiempo el organismo lo compensa y se adapta. Así, las personas podemos sentirnos más cansada y somnolientas. También pueden experimentarse cambios en el estado anímico, mayor irritabilidad o dificultad para concentrarnos.