Según destacan los ecologistas, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico admite en su informe "Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España (2021)" que se espera "un aumento generalizado en la intensidad y magnitud de las sequías meteorológicas e hidrológicas bajo escenarios de cambio climático" unido a "una creciente aridez y un aumento del riesgo de desertificación".

Una situación que, aseguran, ha hecho que durante la segunda mitad del siglo XX se redujeran entre un 10 y un 20% los recursos hídricos disponibles en las cuencas de la Península Ibérica, que la temperatura del mar Mediterráneo sea entre dos y tres veces superior a la del conjunto de los océanos o que España sea uno de los países de la UE con mayor riesgo de incendios. Para Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace, es necesario "fortalecer el medio rural y cambiar el modo en que producimos nuestros alimentos y bienes de consumo" con el fin de evitar que España "se convierta en un territorio desertificado en pocos años”.

Entre las medidas que proponen los ecologistas para lograr estos objetivos figuran realizar "una revisión más ambiciosa" de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética para alcanzar "el cero neto de emisiones en 2040" y acelerar el fin de los combustibles fósiles, reconvertir el modelo agrícola actual o informar a la ciudadanía sobre la gestión de los recursos y los riesgos del cambio climático.

Sobreexplotación de acuíferos

Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la actividad humana ha alterado "tres cuartas partes de la Tierra", siendo necesaria de manera "urgente" la recuperación del ecosistema degradado que también afecta a otras especies. En España, "la sobreexplotación de acuíferos, las lluvias torrenciales, los incendios forestales y los largos periodos de sequía ponen al 74% del territorio en riesgo de desertificación", sostiene el director de la Asociación Reforesta, Miguel Ángel Ortega.

España ha pasado de ser subhúmeda-seca a semiárida, "y eso es un proceso inducido por el calentamiento global", añade. Sin embargo, según la responsable del proyecto de cambio climático y meteorología en la Fundación para la Investigación del Clima, Emma Gaitán, la degradación de la tierra es uno "de los problemas más graves a escala mundial"; no solo se trata de una "crisis climática", sino de una "crisis socio económica" a la que "no se le está prestando atención". Uno de los problemas que agrava la desertificación es la producción de alimentos debido a la escasez de agua y los agricultores son "los que más van a sufrir esta situación", debido a que el terreno se está "degradando progresivamente", advierte el investigador del Centro de Desertificación-CIDE, Vicente Andreu.

Para contrarrestar la situación, el investigador propone la reducción de la huella de carbono "todo lo posible", así como adquirir productos locales y ser "responsables con el consumo de agua". A causa del cambio climático se está observando una "mediterranización" de los climas del norte, donde las lluvias son "un 20 o un 30 % más intensas" y los periodos secos son más largos.

La predicción estas temporadas "bruscas" permiten que la sociedad, las ciudades y, en concreto, los agricultores "se adelanten a lo que pueda ocurrir en un futuro" y tomar decisiones "tempranas", coinciden los expertos.