La Audiencia Nacional deja en libertad a la etarra acusada del asesinato de Giménez Abad

Su compañero de banquillo seguirá en prisión pues en Francia tiene cadena perpetua

La terrorista fue identificada por algunos testigos como la ayudante de Ata

La Audiencia Nacional deja en libertad a la etarra acusada del asesinato de Giménez Abad.

La Audiencia Nacional deja en libertad a la etarra acusada del asesinato de Giménez Abad.

Un día después de que el juicio por el asesinato firmado por ETA al que fuera presidente del PP de Aragón Manuel Giménez Abad en 2001 y antes de que se dicte incluso sentencia, la Audiencia Nacional acordó poner en libertad a una de las acusadas por este atentado, Miren Itxaso Zaldúa, conocida como Sahatsa. Su compañero de banquillo, Mikel Carrera Sarobe, alias Ata, continúa entre rejas.

La decisión fue firmada ayer por los magistrados de la Sección Primera del tribunal Francisco José Viera, María Riera (ponente) y José Ricardo de Prada «una vez iniciadas las deliberaciones» y «a la vista de lo acordado en relación a dicha acusada», dejando entrever, tal y como suele ocurrir en estos casos, que Sahatsa puede ser absuelta o que su condena ya la habría cumplido en la situación de prisión provisional en la que ingresó tras su detención el 22 de julio de 2020 y que en aquel momento fue justificada por los antecedentes que presentaba y por la gravedad del delito que se le imputaba. De hecho, la Fiscalía solicitaba 30 años de prisión para ella y para Ata.

El ministerio público había señalado en la última sesión del juicio había quedado acreditada «sin lugar a dudas» la autoría de los dos etarras. Es más, defendió la validez de estas pruebas porque fueron corroboradas por los informes policiales de carácter pericial, elaborados en base a «datos objetivos» como son los documentos intervenidos a ETA en Francia y que se conocen como «sellos».

Esa documentación, entre ellas una carta manuscrita de Zaldúa, cuya letra ella misma reconoció y que firma como Sahatsa, sitúa a los dos acusados al frente del comando Basajaun al que se atribuye este atentado e ilustra cómo ambos huyeron a Francia y allí se integraron «en la estructura militar de ETA con responsabilidades».

De Zaldúa la única prueba que había de que no estuvo en Zaragoza el día del asesinato fue su palabra que lo negó y la de sus amigas que dijeron que ese día habían ido al cine y que una de ellas llegó a presentar una entrada veintidós después. Para la fiscal la presentación en el juicio de ese ticket fue «sorpesivo» cuando al parecer la defensa de Zaldúa la tenía en su poder desde el 16 junio, lo que, según la fiscal, no se entiende teniendo en cuenta que la acusada está en prisión preventiva. Es más, la acusación pública no dudó en afirmar que actuando así se pretendía evitar que tuviera tiempo para presentar una prueba de descargo, como que es «fácil» comprar en internet lotes de entradas de cine antiguas.

La detenida ya había sido condenada por la justicia francesa por ser la máxima responsable de una de las subestructuras de ETA y de formar parte del núcleo dirigente del aparato militar del grupo terrorista. Tras cumplir 18 años de pena de prisión en Francia, fue expulsada en agosto de 2017 del país y quedó en libertad en España.

En el caso del que fuera último jefe militar de ETA, este seguirá en prisión no porque con seguridad sea condenado por este asesinato, sino porque sobre él pesa otras causas abiertas en España como el intento de atentado en un tren Irún-Madrid la Nochebuena de 2003 o el de la Universidad de Navarra en 2002, pues tiene vigente una cadena perpetua en Francia.

A Ata le reconoció en dos ruedas de reconocimiento diferentes Borja, el hijo de la víctima mortal y que el 6 de mayo de 2001 acompañaba a su padre al estadio de La Romareda para ver un partido. Ante sus ojos su padre recibió tres tiros que le dejaron muerto sobre la acera.