Andalucía

La Virgen del Rocío recorre entre multitudes las calles: "La miro y no me puedo ir"

Al filo de las tres de la mañana, 2:57 horas, los almonteños han saltado la Reja para que la patrona recorra la aldea. "Qué guapa está, qué guapa", se regocijan sus fieles con los ojos iluminados de fe y devoción

Los almonteños saltando la reja en la ermita para hacerse con el paso de la Virgen del Rocío.

Los almonteños saltando la reja en la ermita para hacerse con el paso de la Virgen del Rocío. / EFE/Julián Pérez

Victoria Flores

No han llegado las tres de la mañana cuando los almonteños saltan la valla para que la Virgen del Rocío pueda procesionar por las calles de la aldea. La ermita está a reventar, pero los vecinos de Almonte (Huelva) forman un pasillo para que su patrona pueda discurrir sin ningún problema por el interior del templo. En menos de diez minutos la Virgen está fuera, las campanas replican y los vivas y palmas se repiten.

Los almonteños más jóvenes abren hueco entre la multitud para que el paso pueda discurrir bien. A quienes logran agarrar el paso de la Virgen se les cambia la cara. El rostro desencajado se vuelve sereno. Están serios. Ha llegado el momento. El frío aprieta y los volantes parecen por debajo de los chaquetones de plumas.

Dos hermanas almonteñas charlan sin quitarle la vista de encima. Discuten sobre cuántas hermandades tiene que visitar la Virgen, pero no se ponen de acuerdo, no saben si 147, 159 o cuántas. Hay 127. "Qué barbaridad, ese montón de rezos", dice una de ellas. La conversación de corta cuando suena el teléfono, es su hija Rocío, claro. "Qué guapa está, que guapa", comenta mientras la otra. Es uno de los comentarios más repetidos entre los fieles que están esta noche en la aldea, la restauración a la que se sometió la Virgen de El Rocío este otoño ha sido todo un éxito. Entre la multitud a las dos mujeres se le iluminan los ojos, son sus hijos, que acaban de cargar con la Virgen y su madre ya solo sabe pedir que la dejen entrar que ella también quiere llevarla.

Niños entre la bulla

En Umbrete llueven pétalos, pero la Virgen no se detiene, ha recorrido las primeras hermandades y quedan muchas horas por delante. No hay tiempo para tirar todos los pétalos, pero si para subir a un niño que no tendrá más de cuatro años. El pequeño se pasa al menos cinco minutos sentado a los pies de la patrona de Almonte, mientras otros niños flotan entre la bulla. 

El paso cae una y otra vez. En apenas media hora, las esquinas pueden tocar hasta diez veces el suelo, las manos de los almonteños que la llevan no impiden el porrazo en seco y a todos se les escapa una exclamación. La Virgen pisa por completo el suelo y sus ojos están casi a la altura de los rocieros, que la miran mientras intentan guardar silencio. A trompicones, entre todos consiguen ponerla de pie cada una de las veces y los peregrinos estallan en aplausos.

La Virgen del Rocío procesiona por la aldea.

La Virgen del Rocío procesiona por la aldea. / EFE/Julián Pérez

La multitud empuja. Hay que abrir paso, una chica se ha mareado y se la tienen que llevar. El cura reza un Dios te salve y los almonteños aprietan. "A ti llamamos los desterrados hijos de Eva" y las mujeres también empujan "porque la Virgen tiene que pasar". "Vida, dulzura y esperanza nuestra" y estallan los cohetes, no importa la prohibición por la nueva ley de bienestar animal, las hermandades prohíben su uso, pero los particulares pueden elegir si se enfrentan a la multa que ello conlleva. “Vuelve a nosotros esos tus ojos” y le rajan la camisa de arriba a abajo. Los rezos se pierden entre la muchedumbre.

Suenan palmas y sevillanas desde los balcones y cuando pasa la casa hermandad de la Palma del Condado, empieza a amanecer y ella se pierde en busca de más romeros. "Yo siempre digo que me voy a ir, pero la miro y no puedo".