El 2 de julio se cumplen seis años de la desaparición de Paco Molina en Córdoba con la esperanza de encontrarlo y de que vuelva a casa que sus padres, Isidro y Rosa, mantienen viva, aunque el ánimo flaquee a veces. Tras más de 2.000 días sin saber de él, esta familia se ha convertido en el claro ejemplo de la lucha contra el olvido en la que, en estas situaciones, los familiares se ven envueltos ante el desamparo legal y el tiempo.

En el caso de Paco, la investigación abierta alimenta las fuerzas de unos padres que, año tras año, siguen empleándose para intentar hallar respuestas. Durante el último, pusieron a disposición de todo el mundo un apartado de correos -el 3011 de Córdoba- para quien quisiera enviar información sobre la desaparición de su hijo. Una opción que, de momento, ha servido para recibir ya algo de forma anónima. La pandemia por el coronavirus, que "ha paralizado muchas investigaciones", como explica Isidro, ha supuesto una oportunidad también para rastrear las entradas "a cualquier centro de salud" de España, con la opción de desplegar esa búsqueda a nivel europeo, una acción que potenciaría las posibilidades pero que "tenía que esperar un tiempo". 

Según explica Isidro Molina, la línea de investigación que más fuerza ha cogido en las últimas fechas implica a personas mayores de edad del entorno de Paco. Para los padres no hay duda de que alguien mayor de edad participó en la desaparición, teniendo en cuenta el hecho de que presuntamente su hijo tomara un autobús para salir de Córdoba. Por parte de los investigadores, Isidro asegura que ellos les transmiten "la esperanza de localizar a Paco". Una idea que en los padres no pierde fuerza. Como dice Rosa, "mientras no haya evidencias de muerte, hay esperanzas de vida". Por otra parte, un detalle que han podido conocer Isidro y Rosa es que el DNI de su hijo no se ha renovado. Paco actualizó el documento, como precisan, 10 días antes de que le perdieran el rastro. Tras seis años, el identificador nacional sigue en el mismo estado que entonces.  

La lucha de la familia de Paco Molina es la lucha de miles de familias afectadas por algún caso de desaparición. "Nadie está exento y toca, cada vez hay más desapariciones". Para Isidro y Rosa existe un desamparo legal, por lo que piden al Gobierno que "tome muchas medidas". "No puede mirar a otro lado", exclama el padre.

El calor de la gente 

La cara pública de unos padres incansables oculta, en cierta medida, "un día a día indescriptible". Que no pierdan la esperanza no significa que en algunos momentos el ánimo afloje. "Cuando ves detalles, como una comida que le gustaba, son puñales que se te clavan", reconoce Rosa. Y entonces se sorprende pensando en todo momento en su hijo. Como no podía ser de otra forma. Por eso, se ponen en la piel de la madre de Anna y Olivia, porque "ha sufrido lo mismo" y necesita todo el "apoyo". Por el contrario, cuando las familias celebran un final feliz, la alegría se extiende al resto de familiares de víctimas, como sucedió recientemente con la aparición de Pedro López, desaparecido hace siete meses en Villafranca, y su vuelta a casa. En ese camino contra el olvido y el tiempo, agradecen el apoyo de la gente y el equipo que forman con otras familias. "Necesitamos el apoyo de la gente", recuerda Isidro, porque no hay que olvidar que "somos su voz".