¿ABUSO DE AUTORIDAD?

El accidente del soldado García en el Regimiento de Cerro Muriano donde murieron dos militares: "Las órdenes de mi sargento me dejaron secuelas de por vida"

Un impacto con una ametralladora le provocó una discapacidad del 45% y lo expulsó del Ejército con 26 años

Tiene diagnosticado un trastorno de estrés postraumático, pero Defensa lo atribuyó a su "psicovulnerabilidad" después de que el joven denunciara "abusos" de su superior

El soldado Rafael García estaba empezando su carrera militar cuando el accidente de Cerro Muriano truncó su andadura.

El soldado Rafael García estaba empezando su carrera militar cuando el accidente de Cerro Muriano truncó su andadura. / SUCESOS

"Solo veía mucho polvo y sangre, muchísima sangre que me brotaba de la nariz, de la boca… Escuché a un compañero pedir auxilio por radio gritando: '¡real, real… accidente real!'. Yo estaba temblando, tiritando, sentía mucho frío y pensaba que me iba a morir ahí". El exsoldado Rafael García Cambrón recuerda con nitidez cada detalle del accidente que le cambió la vida y truncó su prometedora carrera militar aquel 15 de marzo de 2019.

A sus 26 años, acababa de iniciar su andadura en el Ejército, donde ingresó con una firme vocación. Apenas llevaba dos meses destinado en el Regimiento de Infantería La Reina 2 de la base militar cordobesa de Cerro Muriano, la misma unidad donde perdieron la vida dos militares el pasado diciembre. Como ellos, el soldado García estuvo sometido a un Período Básico de Instrucción (PBI) en el que debía superar diversas maniobras siguiendo las órdenes de los mandos de su pelotón, y ya lo había superado.

El sargento "bipo"

Al soldado García le tocó formar parte del pelotón del "sargento bipo": "mis compañeros me explicaron que era su nombre de guerra, que le llamaban 'bipo' de bipolar. Nada más entrar, a los pollos (como se conoce en el Ejército a los soldado de nueva incorporación) nos advirtieron de que era un sargento nuevo, que estaba en su primer destino y que era bastante especial, que no respondía a órdenes de mandos que estaban por encima de él. No tardé en comprobar a qué se referían".

Hasta el accidente, el joven nunca había tenido ningún problema psicológico ni psiquiátrico. Pese a ello, la Audiencia Nacional dio la razón a Defensa, afirma que su trastorno mental no guarda relación con el siniestro y concluye que "la personalidad" del enfermo "determina la generación de una patología invalidante"

La denuncia presentada por el joven ante el Tribunal Militar, a la que ha accedido el canal de investigación y sucesos de este grupo editorial, relata varios episodios violentos aquellos meses en los que, asegura, el sargento levantaba a los soldados de madrugada y les ordenaba hacer marchas y otros ejercicios contraviniendo las órdenes de descanso del teniente al mando, propinaba "pechazos" (golpes en el pecho) al soldado García, lo cogió del cuello del uniforme, lo zarandeó y lo "humilló" delante de sus compañeros de pelotón, durante las maniobras que realizaron tanto en Cerro Muriano como en el Centro Nacional de Adiestramiento de Chinchilla (Albacete).

"A todos nos trataba con dureza, pero a mí... Los demás me decían: a ti te tiene enfilado. Y yo no dejaba de preguntarme: pero ¿por qué?".

El militar en una práctica.

El exmilitar, dentro del TOA (transporte oruga acorazado). / SUCESOS

El accidente se produjo el último día de maniobras en Cerro Muriano, el "día de guerra": "El último ejercicio consistía en atravesar con el TOA (transporte oruga acorazado) un terreno que la unidad de Zapadores previamente había minado de forma simulada abriendo para ello brechas en el suelo) con el fin de recrear una zona batida por el enemigo. Debíamos circular hasta llegar a una posición segura".

La noche anterior, el sargento "nos tuvo haciendo guardia, con rotaciones cada media hora, para vigilar los vehículos, a pesar de que el teniente nos había mandado descansar. Además, el sargento le dio instrucciones al conductor para que al día siguiente "le diera caña al TOA" y le pidió que condujera por dentro del vehículo, es decir, sin sacar la cabeza" del tanque", una opción que se usa para aprender a protegerse en caso de tiroteo en un conflicto bélico.

"Pese a que el compañero advirtió al sargento de que no se sentía capacitado para llevar así el TOA (con visión desde dentro a través de periscopios), él le respondió: 'es una orden de tu sargento'".

De tirador, con la ametralladora

El 'día de guerra' "yo llevaba toda la semana actuando como topógrafo, el rol que me habían asignado, mi función era llevar el mapa durante los ejercicios y guiar al conductor, pero a última hora el sargento me cambió de posición, me ordenó ponerme arriba del TOA, en la ametralladora, y ser el tirador", recuerda el exsoldado García.

Los cinco soldados se montaron en el carro blindado e iniciaron la maniobra, junto al sargento: "Íbamos todos los miembros de la compañía distribuidos en cinco TOAS, en guerrilla, uno paralelo al otro, pero nosotros éramos los primeros. Entonces, como yo llevaba la cabeza sacada y él no, el sargento empezó a gritarme una y otra cez desde abajo del vehículo mientras me daba golpes y me tiraba de la rodillera: '¡García, mira para atrás! ¿vienen los demás o no?'. Yo iba con mi ametralladora al frente mientras contestaba que sí, pero él no dejaba de darme y desestabilizarme y le gritaba al conductor: '¡Dale, dale!', invitándole a que fuera más rápido".

"No podía respirar"

Y entonces llegó el impacto: "Íbamos a gran velocidad y el conductor no vio el agujero que Zapadores había hecho en el suelo. Al pasar por él, impacté contra la culata de la ametralladora. Me golpeé en la nariz y la boca varias veces, la rodilla la espalda… había sangre hasta en el techo del vehículo. Me caí al suelo del TOA y me quedé en blanco. Mis compañeros me tumbaron, me pusieron en posición de seguridad. No podía respirar, un compañero me contó después que el sargento me quería pinchar algo para frenar la hemorragia, pero que él lo impidió".

Lo siguiente que recuerda el joven es que "tardaron en atenderme , tuvieron que evacuarme en un todoterreno porque la ambulancia no podía subir hasta allí". Una vez en la enfermería, "el teniente enfermero se indignó al ver mi estado, dijo que le llegaban muchos soldados reventados y quería saber por qué", recuerda el exsoldado, que entre otras lesiones, sufrió rotura de nariz (además de un quiste) y rotura del menisco y tuvo que ser operado varias veces.

Los peritos del Instituto de Medicina Legal de Málaga, donde García vive desde su accidente, concluyeron en 2021 que el joven sufre varias secuelas físicas y psiquiátricas y le reconocieron una discapacidad del 45% y una incapacidad permanente en grado total. Según su valoración, el exmilitar sufre: alteración de la respiración nasal por deformidad ósea (insuficiencia ventilatoria), síndrome cervical asociado y agravación de artrosis previa y síndrome postraumático lumbar, dolencias físicas "graves pero no incapacitantes". Lo que lo incapacita para la vida militar es "un trastorno mental" derivado del siniestro que el psiquiatra que atiende al joven desde entonces calificó como "trastorno de estrés postraumático grave y crónico".

"Me culpan de mi trastorno mental"

Ese mismo doctor advirtió en su informe que "existe una indubitable relación de causalidad entre el accidente laboral sufrido por el soldado García -que hasta el siniestro de Cerro Muriano jamás había tenido ningún problema de salud mental- y el desarrollo posterior del trastorno" y que dicha dolencia lo "incapacita de forma permanente para el desempeño de su actividad militar".

Pese a todo, el Ministerio de Defensa rechaza que la incapacidad psiquiátrica del joven se produjera "en acto de servicio". En su resolución, fechada el 15 de marzo de 2022, declara la "insuficiencia de condiciones psicofísicas, ajena a acto de servicio" del ya exsoldado y asegura que en lugar de un trastorno de estrés postraumático, padece un trastorno de adaptación con alteración mixta de las emociones y la conducta persistente, de etiología predisposicional". En otras palabras, como el joven asegura que le dijeron: "la culpa de mi trastorno es mía por no haberme adaptado a la vida militar".

Modificaron el diagnóstico

El joven demandó a Defensa en la Audiencia Nacional y logró que le dieran la razón. La sentencia del juzgado central contencioso administrativo 4 recoge que "de los informes obrantes en el expediente y la amplia documentación aportada" por el soldado, "se deduce que la declaración de insuficiencia de condiciones psicofísicas tiene su origen en el accidente sufrido mientras prestaba servicio como militar realizando maniobras".

El tribunal afea incluso a Defensa que atribuya la patología del joven a "su psicovulnerabilidad" y le recuerda que "si inicialmente el señor García presentaba un trastorno de estrés postraumático, luego no puede modificarse tal disgnóstico por el de trastorno adaptativo, pues no hay base alguna para tal modificación".

"La personalidad" del enfermo

Sin embargo, Defensa recurrió esa decisión y la ganó ante otro tribunal de la misma Audiencia Nacional, que llega a afirmar en su sentencia: "una cosa es el elemento externo desencadenante de la aparición de los síntomas de la enfermedad mental, y otra que este padecimiento deviene por las especiales condiciones intrínsecas de la persona que la sufre" y que "la personalidad" del enfermo "determina la generación de una patología invalidante".

Y añade: "Es la propia naturaleza del paciente la que determina el origen de la enfermedad, pues otras personas ante similares situaciones estresantes no les produce dicha enfermedad". Para terminar diciendo que "ha de rechazarse una relación causal directa entre la enfermedad psiquiátrica que padece y la prestación del servicio" militar.

García ha vuelto a vivir con sus padres, cobra una pensión de 730 euros y no ha sido indemnizado por el momento. Su sargento sigue en activo, un tribunal militar lo absolvió de los delitos de abuso de autoridad y contra la eficacia del servicio

La respuesta del exsoldado García es ilustrativa: "Antes del accidente, nunca tuve ningún problema psicológico, no tengo antecedente psiquiátrico alguno en mi familia. Yo era un joven perfectamente sano, loco por el deporte y con una carrera militar por delante que me tenía motivado e ilusionado. Después del accidente, estoy enfermo, no duermo, sigo reviviendo en sueños el accidente y lo que me hizo el sargento... y he perdido mi trabajo, mi profesión era mi motor y se paró hace cinco años".

El sargento, absuelto

Durante el juicio contra Defensa, acusaron al soldado de quitar los seguros que impedían que la ametralladora del TOA se moviera durante la maniobra. También de ser "poco maduro emocionalmente".

A sus 31 años, García ha vuelto a vivir con sus padres, cobra una pensión de 730 euros y no ha sido indemnizado por el momento. Acaba de cambiar de abogado, ahora está representado por el letrado Antonio Granados, que también defiende los intereses de la viuda de uno de los dos militares fallecidos durante una maniobra en el lago en Cerro Muriano.

El próximo 17 de junio, García tiene un juicio en la que se juega la continuidad de su pensión. La aseguradora se basa en el criterio de Defensa sobre el accidente. Su sargento sigue en activo, después de que el tribunal militar lo absolviera de varios delitos de abuso de autoridad y de otro contra la eficacia del servivio tras celebrar un juicio "manipulado" en el que acusaron al soldado de quitar los seguros que impedían que la ametralladora del TOA se moviera durante la maniobra. También de ser "poco maduro emocionalmente".

Digan lo que digan sus exjefes, el exsoldado García no se quita de la cabeza algo: "las órdenes de mi sargento me dejaron secuelas de por vida".