Un preso de la cárcel de Zuera, J. M., ha sido juzgado esta mañana en la Audiencia de Zaragoza por violar, presuntamente, a otra reclusa en el curso de un encuentro vis a vis el 16 de julio del 2018. Según la acusadora particular, Isabel Rived, que pide seis años de cárcel, el acusado penetró a la denunciante analmente contra su voluntad. Pero la fiscal no acusa al considerar que el imputado no forzó a la interna, mientras que la defensa, ejercida por Beatriz Marín, sostiene que las relaciones fueron consentidas.

"Fue todo por celos", ha declarado J. M. "Cuando se enteró de que me iban a dar permisos, sospechó que yo tenía otra en la calle", ha asegurado el preso, que ha reconocido que mantuvo relaciones sexuales de carácter anal, pero de forma voluntaria por parte de ella. Al no haber cama, ha continuado, ella se apoyó en la pared. Por este motivo, ha razonado, "es posible que se golpeara en la cabeza", dado que tras el encuentro la reclusa, que dijo que le dolía la cabeza, fue atendida en un hospital por una "inflamación importante en la frente", según han declarado los forenses.

"Se trata de una acusación premeditada con la intención de fastidiarme", ha añadido. El acusado ha señalado que el encuentro fue en una sala polivalente destinada a visitas familiares, pero la denunciante ha manifestado que subieron a la segunda planta, la destinada a contactos íntimos.

"Yo le dije que no quería mantener relaciones sexuales con penetración, pues estaba indispuesta, si acaso sexo oral y manual", ha dicho la denunciante, que ha explicado que nada más entrar en la sala J. M. le regaló un polo y crema corporal, dado que mantenían una relación de pareja desde febrero del 2018.

Un dolor intenso

"Me agarró a la fuerza por detrás y empezó a golpearme la cabeza contra la pared, y sentí un dolor tan intenso que me eché a llorar, pero a él le dio igual y siguió golpeándome", ha agregado. Ha dicho que tuvo que ceder a sus pretensiones "para sentir menos dolor". "No grité en ningún momento, porque me daba mucha vergüenza", ha indicado la exreclusa, que ha declarado que ella no sentía celos de él ya que, cuando salía de prisión, le pedía que le hiciera gestiones.

Los forenses han señalado que la mujer no presentaba lesiones en la zona anal cuando fue explorada, si bien han precisado que es posible que una relación de este tipo no deje heridas, una opinión que han compartido las peritos ginecólogas que examinaron también a la denunciante.

Los funcionarios de prisiones han atestiguado que ella salió de la sala de contactos diciendo que "sentía un fuerte dolor de cabeza". Uno de ellos ha manifestado asimismo que cree que "no se abrió ningún expediente" en el centro penitenciario por una posible agresión sexual.