El embarazo no solo es especial porque se gesta una vida (o varias), sino también porque es una época de muchos cambios físicos, hormonales, emocionales y de salud. Por eso, las embarazadas necesitan revisiones periódicas para detectar posibles problemas tanto en el feto como en ellas mismas y ponerles remedio.

Uno de los problemas que puede surgir es la diabetes gestacional, que como su propio nombre indica es la diabetes que aparece durante el embarazo. Los niveles de glucosa en sangre superan el límite máximo saludable porque se bloquea la producción normal de insulina. Además es un problema que puede no aparecer, hacerlo solo en un embarazo o incluso en sucesivos y que además es silencioso. Se expresa a través de mayor frecuencia de orinado o teniendo más sed, pero en general cuesta detectarla por una misma, de ahí los chequeos periódicos.

De todos modos, si bien no es necesario preocuparse en exceso porque con una alimentación saludable, algo de ejercicio e incluso medicamentos se puede controlar, es importantísimo no dejar esta enfermedad de lado porque puede provocar problemas tanto personales como al futuro hijo o hija, como por ejemplo sobrepeso al nacer, adelanto del parto, hipoglucemia e incluso, en casos de extrema gravedad, provocar la muerte del bebé.

Y también debes saber que es un problema estacional, pero con matices. Es decir, después del parto los valores vuelven a sus parámetros normales, pero sí que se corre más riesgo de contraer diabetes de tipo 2.

La dieta

Lo más importante que debes tener en cuenta es que los alimentos ricos en fibra serán tus grandes aliados y debes incluirlos en tu dieta diaria. En este aspecto destacan las frutas y verduras, legumbres y todo lo que sea integral, como pasta o panes. Ahora bien, pasa de los cereales integrales ya que contienen mucho azúcar.

El azúcar estará prohibido para evitar problemas propios y en el bebé.

Yendo a lo concreto, algunos de los alimentos que más fibra tienen son lechuga, acelga, espinacas, brócoli, calabaza, judías verdes, patatas o boniato con piel, espárragos, champiñones, lentejas, judías blancas y pintas, garbanzos, nueces, almendras, pistachos, quinoa, manzanas, plátanos, melocotones, peras, mandarinas, ciruelas, higos o kiwis.

Por otra parte, también es importante tomar proteína animal (carne, huevos, leche, pescado...), pero evitar las grasas y, por supuesto, también el azúcar.

Y otro aspecto a tener en cuenta es que se debe hacer ejercicio físico, pero de forma muy moderada. Por eso, la recomendación es dar un paseo tranquilo, pero todos los días. Y si se hace tras comer, mucho mejor.

En el desayuno será imprescindible la leche (líquida o en yogur natural) y el pan integral en tostadas. En almuerzo y merienda también incluye el pan integral y, sobre todo, la fruta, si bien también se pueden comer ciertos frutos secos. Y para las comidas y cenas opta por verduras y hortalizas, pero también por carne o huevos. Todo ello sin olvidar las legumbres o el pescado.