Daría para película o para serie sin ninguna duda, porque la historia de Sophie Trelles-Tvede, cuya madre es española, es tremenda, ya que acabó siendo millonaria, una de las más jóvenes del mundo, gracias a una noche en la que se pasó con el vodka, una solución improvisada y una bombilla que se le encendió y que vio como idea de negocio. Y vaya negocio.

Sophie es una especie de nómada, una mujer internacional, europea, cosmopolita y que ha crecido en diversos países y al amparo de varias culturas. Ella es de padre danés y de madre asturiana, empezó a estudiar en Suiza, concretamente en Zúrich, después en Inglaterra y ahora trabaja desde Múnich, en Alemania.

Hace diez años inventó uno de los artilugios más sencillos, prácticos y cuidadosos con el pelo que se puede llevar y que ahora, años después, se vende en 70 países de todo el mundo, factura 20 millones de euros al año y lo llevan millones y millones de hombres y mujeres de todo el mundo. Y simplemente en un simple coletero.

Vodka y un teléfono

Recientemente ha sido incluida en la lista "30 under 30" de la prestigiosa revista Forbes por su empresa Invisibobble. Pero cómo surgió la idea es lo más espectacular de esta historia.

Sophie, en una imagen reciente. Instagram

Lo más habitual en cuanto a los coleteros es utilizar uno de tela extensibles y enrollables, es decir, se les da vueltas, se adaptan al pelo y logran fijarlo. Ahora bien, aunque efectivo, es verdad que pueden dañar el pelo por ser demasiado tirantes, lo que a la larga puede ser perjudicial, y además cuando se quitan se sabe que se ha llevado coleta.

En una noche de fiesta ella había bebido mucho vodka y, por decirlo suavemente, no estaba en sus plenas facultades. La solución que encontró para recogerse el pelo fue utilizar el cable del teléfono. Al día siguiente se dio cuenta de que su pelo no tenía marca alguna de haber llevado una coleta. Así que se puso a emprender, perfeccionó sus coleteros en forma de espiral inspirados en el cable del teléfono y es tan eficaz que ahora es un superventas.

Millones de personas lo llevan en todo el mundo y, aunque fundó la empresa con el que entonces era su pareja, ahora llevan un tiempo separados, aunque siguen siendo socios. Eso sí, unos socios millonarios, porque además, aunque el producto estrella sigue siendo el coletero en espiral, también han extendido sus redes a las diademas o los coleteros de tela.