Esta psicóloga sanitaria, además de ser profesora asociada de la Universidad de Teruel, es gerente del Espacio Ítaca, centro sanitario de psicología donde realizan intervenciones asistidas con animales.

Usted lleva 12 años realizando intervenciones asistidas con animales, pero ¿cómo comenzó esta práctica?

En Grecia y en Egipto ya había referencias de que los animales entraban en juego con la vida de los seres humanos. En la antigüedad se utilizaban principalmente animales de granja, es a partir de los años 50 cuando se empezaron a usar sobre todo los perros. Freud fue el primero en apoyarse en estos, aunque no está documentado. La persona más destacada fue Levinson, quien empezó a registrar los beneficios reales que tenía esta terapia.

¿Cómo funciona esta terapia?

Los beneficios pueden ser muy amplios, pero depende de la disciplina: pueden ser físicos, cognitivos, psicológicos, actitudinales… En mi caso, me dedico a los que tienen en cuenta la disciplina de la psicología. Hay estudios avalados que demuestran que, a nivel neurocientífico, las hormonas y los neurotransmisores de la felicidad, como son la serotonina, la dopamina, los endocannabinoides y las endorfinas aumentan cuando estamos en contacto con un animal, estos pueden llegar a ser un apoyo psicológico importante. Eso sí, para realizar esta intervención es necesaria la figura de un terapeuta especializado, el animal es un asistente. Además, trabajamos con un equipo multidisciplinar porque, aparte de con dos psicólogas, también contamos con una trabajadora social y con un técnico experto en intervenciones asistidas con animales.

¿Cómo realizan estas intervenciones?

Nosotros contamos con dos perras y cuatro cobayas. Tenemos, por ejemplo, la terapia asistida, donde la mera presencia del animal puede ser el acompañamiento o el sostén emocional que la persona necesita. Por otro lado, hacemos ejercicios más activos donde el animal puede llevar alguna tarjeta o portar un juguete en la boca. Gracias a Mr. Hueso también contamos con la posibilidad de asesorar a una persona que ya tenga a un perro y que quiera que este le ayude en su día a día.

Hoy, 13 de enero, es el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión, y, por lo que me dice, intuyo que este tipo de terapia también puede ayudar a tratar este trastorno.

Sí, por supuesto. Nosotros tratamos la depresión, por ejemplo, en casos de duelo. Hemos conseguido reducir algunos duelos que podrían haber tenido una cronificación. También trabajamos con personas con enfermedades neurodegenerativas, que muchas veces se asocian con trastornos depresivos, y gracias a los animales conseguimos una adherencia y una motivación extra por ir a terapia.

¿Tiene este trastorno alguna relación con los tiempos en los que vivimos?

Cualquier trastorno tiene una contextualización, y con pandemia están saliendo a la luz un mayor nivel de afecciones por el estrés que estamos llevando, entre ellas la depresión. Este trastorno puede tener muchas vertientes y su sintomatología es variable e individual. Podemos hablar de unos síntomas generales, pero debemos tener cuidado porque actualmente es un término que a veces se emplea de forma banal. Una persona puede hablar de depresión y a lo mejor tiene unos sentimientos de tristeza que no llegan a ser un trastorno depresivo ya que este tiene que ser diagnosticado por un psicólogo clínico.