Horas de carretera llana, de charla en el pelotón, un grupo de ciclistas que disputa la Vuelta y que se siente feliz porque se ha apagado el horno que el jueves se encontraron encendido camino de Córdoba. Mucho tiempo para fijarse en el paisaje, entre Andalucía y Extremadura, una ruta de largas rectas, con la autovía muy lejos, donde sopla el viento de cara, un aire que retrasa al pelotón, en un día que todo el mundo sabe que terminará al esprint, aunque quien gana en Villanueva de la Serena, ante la mirada de su deportista más famoso, José Manuel Calderón, es un triunfador por sorpresa, el ciclista francés Florian Sénéchal.

A nadie se le ocurre una locura pues no hay una montaña de temeroso descenso, como el martes en Málaga. No está Primoz Roglic para jugarse el cuello, que ya se ha caído dos veces. Y tampoco hay mucho combate cuando el viento corta al pelotón, a 58 kilómetros de la meta. No es día para sacar de quicio a nadie. Tampoco va a ninguna parte, solo a buscar publicidad televisiva, la escapada nuestra de cada día con Luis Ángel Maté, Álvaro Cuadros y Diego Rubio. Van 13 etapas y todavía no ha habido una victoria española, como no la hubo tampoco en el Tour ni en el Giro, aunque aquí, a diferencia de las otras dos grandes rondas de tres semanas, sí que hay un corredor español, un mallorquín, Enric Mas peleando por la victoria y dando un plus de aliciente al combate por la general.

Mas levanta la cabeza en el pelotón y trata de adivinar en el horizonte la imagen de una montaña extremeña. Ya le han hablado del Pico Villuercas, en las alturas de Guadalupe, un pueblo que se hizo famoso en 1956 porque allí se rodó 'El pequeño ruiseñor' con Joselito. "Le hemos explicado a Enric cómo es la montaña y el tramo de hormigón que hay en su aproximación", cuenta Pablo Lastras, uno de los directores del Movistar. No hay sorpresas inesperadas. Todo está apuntado en el libro de ruta. Y, aunque Roglic se haga el despistado con eso de que este año no ha podido ensayar en el recorrido, el Jumbo tiene ojeadores que van por delante y que cuentan lo que ven, los peligros que acechan, aunque el martes se les escapase el detalle de anotar lo resbaladizo que estaba el pavimento en el descenso del puerto malagueño de Almáchar donde el ciclista esloveno se cayó.

Más allá de los Pirineos

La Vuelta lleva unos años tratando de demostrar que hay vida escaladora más allá de los Pirineos, de Sierra Nevada y de los Lagos de Covadonga, que se suben el próximo miércoles. Que si se busca se encuentra una montaña en cualquier punto de España que pueda servir para que los corredores vibren una lucha sobre sus bicis. Y Extremadura, tantas veces olvidada por la ronda española y por tantas otras cosas, no es la excepción. Si este sábado quieren, si pueden, en los 16 kilómetros del Pico Villuercas hay territorio para un ataque, para una ofensiva o para una defensa en toda regla. Enric Mas, aunque falle -dolerá pero convencerá- lo tiene que probar porque las oportunidades se acaban y porque más vale caer como un luchador que llegar a Santiago, donde este año acaba la carrera, a rueda del jersey rojo, bien pegadito, con podio pero sin gloria.

Y todos estos pensamientos, cómo afrontar un día clave en la Vuelta, afloran mientras se rueda en pelotón, se habla con compañeros y rivales, se escucha el ruido de las ruedas y los frenos, que ahora que casi todos son de disco, chirrían más que antes.

Por fin se ven las casas de Villanueva de la Serena, donde retirado Jasper Philipsen, solo parece haber un candidato a la victoria: Fabio Jakobsen. Pero el neerlandés pincha cuando se prepara el esprint, así que a su compañero Sénéchal, a su amigo, el que estuvo siempre a su lado cuando casi se mata en Polonia, le dan la orden de que lo reemplace en el esprint. Y tan bien lo hace que hasta gana. 

El peligroso Jack Haig

Tan solo 22 segundos lo separan de Superman López en la clasificación general de la Vuelta. A los 27 años el ciclista australiano Jack Haig, otro más entre los corredores profesionales que residen en Andorra, está decidido a dar y ser la sorpresa de esta carrera y colarse en el podio, sobre todo si le beneficia una situación estratégica del Movistar, por si en algún momento determinado el conjunto de Telefónica tiene que sacrificar al corredor colombiano en favor de Enric Mas.

 Y es allí donde Haig, ahora jefe de filas del Bahrein, puede aprovechar su oportunidad y continuar con la costumbre de que por lo menos haya un corredor sorpresa en el podio final de una gran vuelta este 2021.

Comenzó todo en el Giro cuando Damiano Caruso tomó las riendas, precisamente del Bahrein, en una situación algo pareja a lo que ha ocurrido en la Vuelta. El líder era Mikel Landa, pero se accidentó y tuvo que abandonar, así que el siciliano se puso el equipo a la espalda para acabar la prueba en segunda posición.

En el Tour también sucedió un hecho parecido; en este caso con el danés Jonas Vingegaard. Llegó a Francia como gregario de Primoz Roglic, pero el esloveno tuvo que abandonar por caída. Así que gozó de libertad y se llegó a situar como segundo de la general, plaza que ocupó al acabar la prueba en París.