Caminando por las calles de Zaragoza nos topamos con numerosas esculturas a las que muchas veces no prestamos demasiada atención. Están ahí, las vemos siempre, pero aunque no les demos importancia, sin ellas la ciudad no sería la misma. Y quizá pocos zaragozanos conozcan que gran parte de las obras de arte diseminadas por el centro de la ciudad, especialmente las más conocidas y las que todos tenemos en mente, pertenecen a un mismo autor: Francisco Rallo, de cuyo fallecimiento se cumplen este lunes 15 años.

Un breve paseo por la plaza del Pilar da cuenta de la relevancia de este artista en la escena urbana de Zaragoza: tanto la bola del mundo, tallada en piedra, situada cerca de la fuente de la Hispanidad, como las fuentes con los niños con peces que salpican el entorno, así como el caballito que hay detrás de la Lonja son obras de Rallo. Todas guardan detrás el mimo de las mismas manos.

Pero su legado artístico no queda ahí, puesto que si con algo disfrutan los zaragozanos es de las fiestas del Pilar. Pues bien, la virgen que ha coronado muchos años la estructura de la Ofrenda también es obra de Rallo. Los símbolos de la capital de Aragón le deben mucho a este autor. Sin él, las postales no serían las mismas.

Las fuentes de los niños con peces de la plaza del Pilar, restauradas en 2020, son obra de Francisco Rallo. ÁNGEL DE CASTRO

Quien, por ejemplo, no se ha hecho o no ha visto nunca una foto del puente de piedra con el Pilar de fondo y los leones que coronan la estructura que cruza el Ebro. Pues sí, los cuatro feroces felinos melenudos también son obra de Rallo y fueron colocados en su lugar en 1991, recordando a cuatro figuras similares hechas en piedra (y no en bronce como los actuales) que estuvieron en ese mismo emplazamiento siglos atrás.

Así, cada una de las esculturas guarda un significado. El caballito de la Lonja, por ejemplo, recuerda a una figura de cartón que un fotógrafo, Ángel Cordero García, utilizó durante décadas para inmortalizar a los niños que hasta allí se aceraban en un tiempo en el que las instantáneas no estaban al alcance de un clic.

El caballito de la Lonja, obra de Rallo, recuerda a otro que utilizaba un fotógrafo para inmortalizar a los niños de Zaragoza. ANGEL DE CASTRO

También son obra de Rallo las musas (realizadas en piedra artificial) que coronan las fachadas y la cubierta del Teatro Principal y que, al igual que las fuentes de los niños con los peces del Pilar, fueron restauradas recientemente.

Nacido en Alcañiz en 1924, Rallo pronto destacó por su habilidad con las tallas y, más tarde, con la escultura. Hoy su arte se puede contemplar decorando plazas y calles de todo Aragón, aunque es en la capital donde sus obras cobran más relevancia, pues se han convertido en símbolos sin los cuales el paisaje de la Zaragoza actual no sería el mismo.