La realidad es dura. La Casa de la Mujer del Ayuntamiento de Zaragoza atiende cada mes 100 casos de violencia machista, 1.227 al año. Este es uno de los servicios de la comunidad a los que se puede recurrir en busca de ayuda y asesoramiento, pero no es el único. Para muchas es un paso previo a la denuncia, el empujón y acompañamiento que necesitan para acabar denunciando los malos tratos por parte de su agresor. Cada vez son más las que se atreven a denunciar, que no es nada fácil. O al menos a admitir la situación, a verbalizarla y solicitar ayuda, que tampoco es sencillo.  

Durante 2021 fueron 1.562 las denuncias relacionadas con la violencia (sexual, doméstica, etc)  atendidas por el Servicio de Igualdad del ayuntamiento. Suponen 200 más que en 2020 y prácticamente las mismas que en 2019, antes de que el covid irrumpiera en nuestras vidas. Echando la vista atrás, la diferencia con 2018 es de 366 denuncias más. 

La inmensa mayoría, hasta 1.227, fueron por violencia de género. En estos casos, las mujeres acudieron buscando respaldo y asesoramiento (no todas acaban denunciando ante la Policía). Un millar de ellas lo hicieron por primera vez, mientras que 222 continuaban o habían vuelto a precisar de la ayuda del servicio. 

El Programa de Prevención y Atención Integral a la Violencia de Género es amplío y variado. Presta una atención completa a las víctimas y a sus hijos; sensibiliza a la ciudadanía sobre esta lacra social; promueve la igualdad y trata de prevenir la violencia a través de la detección precoz e identificación de las primeras señales. 

Más de 7.000 consultas

La Casa de la Mujer gestionó hasta 7.643 consultas durante 2021, una cifra elevada pero que supone un 16% menos que en 2020. Las atenciones se han reducido en los últimos años, experimentando una importante caída desde la pandemia. Siguiendo con las comparaciones, suponen la mitad que en 2018, pese a que cada vez se denuncia más. 

La violencia de género representa el 20% de las consultas. Es el servicio más requerido en la Oficina de Información, seguido de la formación esencial para que puedan reintegrarse en el mercado laboral y lograr, así, la independencia económica. 

Uno de los motivos (de los muchos) por los que las víctimas no denuncian o abandonan a su agresor es por la falta de recursos económicos para salir adelante. Un freno que se agrava cuando hay menores en el hogar.

Las peticiones se concentran principalmente en el primer trimestre del año. Sucede lo mismo con la búsqueda de empleo, «quizá coincidiendo con el planteamiento de nuevos propósitos, el resto del año se mantiene constante», matizan desde el servicio.

El año pasado fueron 1.034 las peticiones que recibieron solicitando información para buscar trabajo, y se derivaron al Servicio de Orientación, tutorización e intermediación laboral del Servicio de Igualdad a 645 mujeres, y 17 ofertas-demandas de empleo.

La salida laboral es esencial, pero no es fácil dar el paso. Las mujeres maltratadas tienen la autoestima muy dañada tras meses o años recibiendo los ataques de su agresor, que trata de anular a la víctima para aislarla y tenerla controlada.

Empoderamiento

Por eso, en la Casa de la Mujer tienen un servicio de atención psicológica que trabaja su autoestima y empoderamiento tanto a nivel individual como en grupo. El año pasado, el equipo trabajó con 547 mujeres, la mayoría (410) acudieron por primera vez a este servicio . Hasta 35 tenían menos de 18. 

La violencia machista no entiende de edades y cada vez son más las menores que sufren el control de sus parejas. Los teléfonos móviles y las redes sociales se han convertido en una nueva herramienta de control. La franja de edad que más utiliza este servicio municipal tiene entre 30 y 50 años (3.262). Solo un 2% no ha llegado a cumplir los 20 años.

Pisos municipales

El 82% de las víctimas que vive en una casa de acogida del ayuntamiento tiene menos de 34 años en el momento en el que accede al piso. 

Este servicio ofrece una alternativa habitacional para aquellas que se encuentra en riesgo de ser localizadas por su agresor o que carecen de medios económicos. 

El año pasado fueron 105 las que necesitaron un alojamiento municipal después de haber sufrido un proceso de violencia machista. También recibieron apoyo psicológico, social, jurídico, laboral y educativo, porque la mayoría no estaban solas, sino acompañadas de sus hijos. Hasta 58 menores residieron bajo techo municipal. 

El consistorio tiene varios programas de alojamiento. Además de las casas de acogida, en las que residieron 23 mujeres y 22 menores, están los pisos tutelados, dirigidos para las que tienen cierta autonomía, se dio cobijo a 6 con 13 menores. En las viviendas de urgente necesidad fueron 7, con 8 niños. Mientras que en las de acceso extraordinario (en régimen de alquiler social) fueron 6, con 14 menores. Gracias al convenio con la Asociación Católica de Servicios a la Juventud se acogió a otras 6 mujeres y sus 5 hijos.