Violencia machista, la otra pandemia

Guardia Civil y Policía Local, en la vivienda en la que ocurrió el crimen de Barbastro..

Guardia Civil y Policía Local, en la vivienda en la que ocurrió el crimen de Barbastro.. / EFE / JAVIER BLASCO

El Periódico de Aragón

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Hasna tenía 35 años y tres hijos y había sido ya víctima de malos tratos de su compañero y padre de los niños. Estuvo protegida por una orden de alejamiento, pero había caducado. Ahora estaba en proceso de separación de su agresor y esta decisión parece ser la causa de su asesinato. Su verdugo, con antecedentes psiquiátricos, se desplazó desde Monzón a Barbastro para perpetrar el crimen delante de los tres menores.

Hasna es la segunda víctima --hace un mes lo fue Katia en Zaragoza-- de la violencia machista en Aragón este año. Una comunidad, donde actualmente hay 1.500 mujeres con seguimiento Viogén y otro número indeterminado de víctimas a las que como a Hasna les habrá caducado la orden de protección o ni siquiera la han obtenido nunca.

La violencia machista forma parte de un trágico día a día ante el que no cabe el conformismo ni social ni político. Cada una de las 23 muertes que se llevan contabilizadas en España podía haberse evitado. Y para ello es necesario detectarlo a tiempo y hacer hincapié en qué pudo haberse hecho para evitarlo. En el caso de Hasna, quizás un seguimiento cuando la orden de alejamiento de su pareja perdió vigencia, teniendo en cuenta que era una mujer con trabajo y una relación, al parecer de normalidad, con su entorno.

La protección y el apoyo a las víctimas de maltrato es uno de los pilares fundamentales de la lucha contra esta lacra que ha superado ya las muertes causadas por la banda terrorista ETA y que , tras el confinamiento impuesto por la pandemia, está experimentando otro crecimiento. Este aumento es, a juicio de algunos expertos, fruto del control que durante el encierro han ejercido los verdugos sobre sus parejas. El levantamiento de las restricciones y la recuperación de la vida social activa la celopatía que llevan dentro.

Son demasiadas las mujeres que aún no se atreven a denunciar y nunca será suficiente la labor de los servicios de ayuda y apoyo a la mujer para animarlas a hacerlo, incluso el de la concienciación de la sociedad para la detección de los casos de maltrato. Pero esta labor debe ir acompañada de medios suficientes para brindar seguridad a las mujeres que se deciden a hacerlo.

Por supuesto que hay que insistir en la educación en la igualdad y el respeto porque la violencia machista es un problema social, pero también debe n colaborar las fuerzas políticas en aislar a aquellos que se empeñan en negar la existencia de un problema que es desde hace años otra pandemia.