Mercazaragoza, que sumaba décadas sin sacar a licitación 51 lotes de puntos de pescado, de frutas y verduras, hizo pública hace tres semanas la adjudicación de los derechos de uso y explotación comercial de los puestos de venta en los mercados mayoristas. Una resolución que podría paralizarse si sale adelante una demanda interpuesta por diez familias ante el Tribunal de Contratos Públicos de Aragón (TACPA).

Los reclamantes pertenecen a los tres puestos considerados como polivalentes, que son los que venden frutos secos, olivas, bebidas, conservas o bolsas, entre otros artículos, y que tienen una fecha de desalojo: el 15 de septiembre. Han perdido el concurso en favor de un cuarto que pujó por sus licencias y acabó ganándolas todas. De ahí que estas diez familias, formadas por propietarios y empleados, se hayan unido para denunciar que en Mercazaragoza se van a fijar precios de determinados productos porque una misma firma con su sede social en Navarra, a diferencia de ellos que son todos en Zaragoza, va a asumir toda la oferta. Es decir, se va a establecer monopolio en esta plataforma agroalimentaria que es considerada la despensa de la ciudad y su zona de influencia.

Uno de los afectados es Emilio. Pertenece a la segunda generación de una firma que puso en marcha su padre cuando nació Mercazaragoza. «Si aceptamos esta situación no solo yo bajo la persiana y mis empleados se quedarán en la calle, sino que al final los más perjudicados serán los ciudadanos porque la castaña o la nuez que yo vendo, por ejemplo, tendrá un mismo precio en los cuatro puestos. No habrá competencia».

Tanto él como Rubén, su adversario en lo que se refiere a la oferta de productos en el mercado pero que están unidos en la reclamación, destacan que el reglamento de Mercazaragoza recientemente actualizado señala que «ningún propietario puede tener más del 20% de los lotes para no incurrir en monopolio». «De los polivalentes no habla nada el reglamento y casualmente una empresa se puede quedar con todo», lamentan ambos, especialmente Emilio, a quien se le quiebra la voz tras admitir que ha tenido que ir al psiquiatra «porque quieren acabar con un negocio familiar que funciona».

«Yo entendería bajar la persiana porque el negocio estuviera en crisis, pero es todo lo contrario», lamenta Rubén, quien señala que desde la dirección de Mercazaragoza «incluso nos dijeron, cuando salió la licitación, que no nos preocupáramos, que hiciéramos todo el papeleo, pero que obviamente tendríamos una buena puntuación por antigüedad». Sin embargo, tal y como afirma este comerciante que sigue la actividad de su madre Milagros, «ha sido todo lo contrario. Incluso han valorado más al que ha ganado teniendo en cuenta que tiene 80 empleados cuando eso es en toda su empresa, no en el puesto de Mercazaragoza». Una realidad que comparten ambos, quienes reconocen «haberse sentido engañados» porque incluso les recomendaron que pujaran con la oferta económica mínima.

Todo ello les ha llevado a unirse y a llevar ante el TACPA la licitación de los puestos de Mercazaragoza. En el caso de que este tribunal considerase que la licitación no fue pública harán lo propio en el ordenamiento civil. Es su última baza desesperada para intentar que el sueño que sus padres pusieron en marcha y que da de comer a diez familias acabe en las mismas manos