A fondo: Zaragoza es una estufa

Urge naturalizar calles y plazas y crear una red de refugios climáticos en todos los barrios de la ciudad accesibles para todos los vecinos

Una mujer se protege del sol mientras cruza la plaza del Pilar.

Una mujer se protege del sol mientras cruza la plaza del Pilar. / Miguel Ángel Gracia

Este verano vamos ya por la cuarta ola de calor con temperaturas superiores a los 40 grados durante dos semanas seguidas y noches tropicales en las que el termómetro no baja de los 20 grados o las denominadas tórridas de más de 25 grados, temperaturas que impiden descansar y afectan a la salud, llegando a provocar muertes.

El Plan de Adaptación al Cambio Climático, aprobado por el Gobierno de Zaragoza el 13 de abril de 2023, indica que el calor extremo se considera como una amenaza y riesgo alto a corto plazo, con proyecciones de mortalidad importantes según se pongan en marcha planes de adaptación o no. Es decir, hay que disminuir las emisiones para evitar el calentamiento global progresivo pero los efectos del mismo ya están aquí y las medidas de adaptación son imprescindibles y urgentes.

Ante estas olas de calor se generan alertas desde determinados organismos que informan de los niveles de riesgo a la población y a diferentes sectores para que se puedan tomar medidas de prevención.

En el caso de la ciudad de Zaragoza, el ayuntamiento ha activado este verano diferentes alertas que llevan consigo medidas como la reducción del precio de la entrada individual de las piscinas municipales o las recomendaciones a la personas más vulnerables a través de los servicios sociales así como la habilitación de un pabellón con climatización para las personas sin hogar en el Albergue Municipal. Y si bien estas medidas son necesarias e imprescindibles, en opinión de la Alianza por la Emergencia Climática en Aragón son totalmente insuficientes pues no llegan al conjunto de la población de Zaragoza.

El pasado mes de julio, ante la primera ola de calor de este verano, la Alianza por la Emergencia Climática en Aragón reclamó al ayuntamiento la creación urgente de refugios climáticos, una medida que figura en el Plan Municipal de Adaptación al Cambio Climático aprobado y se solicitó una reunión con la alcaldesa Natalia Chueca sin que hasta la fecha se hay recibido respuesta.

Zaragoza, ciudad neutra en 2023

Barcelona fue pionera en nuestro país con el Plan Clima 2018/2030 a través del cual establecía la necesidad de que en 2030 cada habitante tuviera un refugio climático accesible a menos de cinco minutos de sus casas. El Plan PIMA Adapta del Ministerio de Transición Ecológica, pone a disposición de las comunidades nueve millones de euros para estos u otros proyectos de adaptación de los espacios urbanos y periurbanos.

Zaragoza, que se ha comprometido a ser neutra en carbono en 2030 ―y así lo anuncian exhaustivamente en los autobuses urbanos―, debería considerar como una prioridad de gobierno la adaptación de nuestra ciudad a la crisis climática con sus correspondientes fenómenos meteorológicos extremos asociados.

Refugios climáticos

Este verano estamos comprobando como Zaragoza es una ciudad donde predomina el asfalto y donde los espacios verdes y las fuentes escasean, con barrios envejecidos con poco aislamiento en sus viviendas. Es por ello que los refugios climáticos se plantean como medida de urgencia.

Se trata de determinar en cada barrio un conjunto de edificios públicos o en exterior que ofrezcan confort térmico durante los periodos de altas temperaturas. Y una vez definidos esos lugares establecer horarios y dotarlos de medios. Hay que garantizar que estén abiertos en horarios de tarde dado que hay edificios públicos que reducen su horario de apertura al público durante el verano y esto no es compatible con su función de refugio.

Pero lo urgente es que hay que refrescar la ciudad. Por mucho que El Bosque de los Zaragozanos como campaña de marketing haya llenado titulares, fotos y espacios publicitarios de nuestra ciudad, y que cada año el Parque Labordeta celebre el Festival Zaragoza Florece con venta de flores y recreaciones artísticas florales efímeras, este verano estamos sufriendo los efectos de una ciudad convertida en estufa de cemento.

Los propios medios de comunicación lo han reflejado en diferentes artículos periodísticos en los que se enumeran las calles y plazas, algunas de ellas de reciente renovación, sin arbolado y nuevos parques infantiles en los que se ha invertido una suma de 2 millones de euros que son un horno ya que se ha olvidado que no tienen una sola sombra y que en verano azota el sol.

Desde diferentes colectivos ciudadanos hemos venido criticando en la anterior legislatura la importancia del arbolado en la ciudad, reclamando que el denominado Proyecto Bosque de los Zaragozanos tenía que empezar por la ciudad y sus barrios.

Sin embargo, hemos visto cómo no sólo no se han mejorado las plazas de antaño, que con una moda urbanística convirtió espacios con fuentes y arbolado en espacios continuos de cemento, bancos incluidos (la plaza del Pilar y de La Seo, la plaza de las Canteras, Eduardo Ibarra, Sinués, San Felipe, la zona Expo o la antigua Estación del Norte) sino que hemos visto repetir esta situación en los nuevos proyectos: Santa Engracia, Salamero, Parque Pignatelli, Plaza de Colores en Las Fuentes… y en la renovación de las casi 20 calles renovadas que salvo alguna excepción son estufas de cemento.

Pero desde la Alianza por la Emergencia Climática en Aragón no queremos quedarnos en las críticas sino en buscar soluciones. Sabemos hoy, pues lo hemos comprobado en nuestra ciudad, con termómetro en mano, que un espacio arbolado o con tierra puede alcanzar hasta 20 grados de diferencia en contraste con un espacio de hormigón y asfalto.

Por lo tanto, proponemos remodelar espacios, de antigua y reciente creación. En algunos casos habrá que levantar el cemento y plantar árboles y arbustos, en otros, donde sea imposible, realizar sombreados con toldos efectivos, poner fuentes, establecer chorros de agua que surgen del suelo periódicamente y en la que está permitido el baño en determinadas épocas del año.

La botella de agua, la mejor aliada para combatir la ola de calor en Zaragoza.

La botella de agua, la mejor aliada para combatir la ola de calor en Zaragoza. / ANDREEA VORNICU

Es urgente pasar del discurso a las acciones. El Servicio de Parques y Jardines refleja en los documentos presentados en diferentes reuniones los objetivos de naturalización de la ciudad pero ello no se traduce en la práctica como ya estamos viendo.

Algunos de los argumentos aducidos es que las obras de remodelación de calles y plazas dependen de Urbanismo y no de Parques y Jardines, pero si ello se produce habrá que establecer mecanismos que permitan una coordinación entre los diferentes servicios implicados: movilidad, urbanismo, infraestructuras, parques y jardines, medio natural. Una demanda realizada hace tiempo desde diferentes colectivos sociales y expertos para que se pueda actuar con coherencia de los diferentes proyectos, estrategias etc.. aprobadas municipalmente y en beneficio de la ciudad.

CALOR EN PLAZA SALAMERO

La plaza Salamero, una tarde de julio. / Miguel Ángel Gracia

En estos días, cuando uno pasea por nuestra ciudad descubre que lugares son aprovechados como refugios climáticos al aire libre: aquellos que disponen de arbolado frondoso, en otros hay que pasar corriendo y con paraguas si quieres sobrevivir.

Pero, además, hay que hacer una campaña de comunicación y educación que implica a diferentes servicios y áreas municipales y en ello el Servicio de Medio Ambiente podría cumplir un importante papel dado que cuenta con un técnico experto en salud y cambio climático.

En definitiva, la ciudad de Zaragoza necesita adaptarse a los cambios climáticos tan rápido como estos cambios están llegando. Nos jugamos la vida y la salud de las personas. Y esto, sin duda, debería ser un tema prioritario en la gobernanza de la ciudad.