SOLIDARIDAD

La Obra Social el Carmen cumple 45 años ayudando a los más vulnerables

La fundación incide en la necesidad de más voluntarios, sobre todo personas jóvenes

Miembros de la fundación en el acto del 45 aniversario.

Miembros de la fundación en el acto del 45 aniversario. / El Periódico de Aragón

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La Fundación de la Obra Social El Carmen celebra su 45 aniversario, desde que en 1978 nació el comedor social, su proyecto «más visible». Su objetivo es poder ayudar a las personas excluidas de la sociedad, que pasan por graves situaciones económicas, a reinsertarse en la sociedad. Antonio de la Vega, coordinador general de la entidad, señala que quieren que «estas personas se integren y sean autónomas». «Eso es lo que más dignifica a las personas», manifiesta. Este proceso está compuesto por tres etapas que de la Vega enuncia: «Acogida, acompañamiento y reinserción». Para ello, durante este tiempo han desarrollado 17 proyectos más, que para poder llevarlos a cabo y atender a las 450 personas que acuden «son imprescindibles los voluntarios y trabajadores sociales», añade.

Llevar a cabo el proceso de reinserción laboral es «muy largo», desde la fundación piden a la administración que acorten los plazos. «Las personas inmigrantes que llegan sin papeles, una vez los consiguen y hacen la formación necesitan obtener el permiso de trabajo, todo este proceso tarda 3 años», explica el coordinador de la fundación. «Son periodos demasiado largos», insiste. Además, «una vez consiguen trabajo el problema es la vivienda social, la situación es muy difícil», señala Antonio.

El perfil de las personas que acuden es «muy diferente». «No todos son inmigrantes, que es lo que se tiende a pensar, hay una cantidad de casos muy diversos y no se pueden poner clichés», argumenta de la Vega. «Esto es algo que puede pasarnos a cualquiera de nosotros», concluye.

Tanto desde la coordinación como desde el voluntariado inciden en la necesidad de aumentar el número de personas dispuestas a ayudar. «Llegamos a ser 300 voluntarios antes de la pandemia, nos estamos recuperando poco a poco, pero a día de hoy somos 220», expresa el coordinador.

Berta López es voluntaria en la fundación desde hace 20 años en el grupo de rehabilitación de alcohol, empezó tras jubilarse porque decidió «hacer algo por los demás». Confiesa que para ella: «Es una maravilla porque recibes mucho a cambio, incluso más de lo que das. Las personas que vienen te lo agradecen mucho». «Yo, personalmente, una vez he hecho mi labor de guía en el grupo me siento la más feliz del mundo, soy una privilegiada», manifiesta. La mayoría de los voluntarios están jubilados y Berta piensa que «vendría bien apoyo joven», aunque realizan el voluntariado durante las mañanas y es consciente de que a esas horas están trabajando o estudiando. Insiste en que necesitan más gente dispuesta a ayudar, pero recalca que «hay que tener un compromiso serio y saber tratar a las personas».

El proyecto nació como una inquietud de los miembros de la parroquia por ofrecer a las personas necesitadas comida caliente. Todo esto con el propósito de erradicar la pobreza. «Ojalá llegar a eliminarla, mientras tanto, nosotros daremos respuesta a las necesidades», señala de la Vega.

La fundación se mantiene gracias a sus colaboradores: entidades, empresas o los propios socios hacen aportaciones monetarias para cubrir los gastos. Y cualquier persona puede ayudar. El coordinador asegura que trabajan desde la «transparencia y profesionalidad».