La Comunidad de Regantes Monte Bajo de Gelsa y Sirasa (Sociedad de Infraestructuras Rurales Aragonesas, SA), en colaboración con la Facultad de Veterinaria, han iniciado un proyecto piloto para eliminar el mejillón cebra de las aguas de los regadíos antes de que colonicen y colapsen todas sus infraestructuras hidráulicas. Se trata de una experiencia pionera que está siendo impulsada por los propios regantes ante la amenaza de una futura obturación de las tuberías. Y es que todas las comunidades de regantes de Aragón, así como las de Navarra y La Rioja ligadas al Ebro, están siendo invadidas.

El proyecto se puso en marcha hace dos meses. El pasado 1 de abril, se instalaron en los 50 kilómetros de tuberías de esta comunidad un sistema de cloración para acabar con el bivalvo. Y es que la capacidad de multiplicación del mejillón supone también, además de un problema medioambiental, un problema económico, ya que las colonias del molusco afectan a todo tipo de construcciones hidráulicas, pudiendo taponar tuberías de entrada y salida de agua, turbinas, desagües, presas, acequias, canales, viéndose afectados todos los sistemas de riego y de abastecimiento de agua.

EL MÉTODO De momento, no existe en el mundo una técnica apropiada para matar al animal sin atacar al resto de la biología. Aunque en circuitos cerrados, los expertos saben que el cloro puede controlar a la especie, pero desconocen su eficacia real dada la enorme capacidad de proliferación de la misma. Lo único seguro es que este sistema de cloración supondrá un incremento del precio del agua de un 10%. Y eso que los expertos aseguran es el método más barato.

El proyecto, tal y como recoge la página web de Sirasa, incluye la instalación de testigos en distintos puntos de la red de tuberías. Y serán los científicos de la Facultad de Veterinaria quienes, de aquí a finales de año, irán variando las dosis de cloro y la frecuencia de las aplicaciones según los datos recogidos. Pero siempre bajo unos límites, para que no afecten a las cosechas.

"Muchas explotaciones agrícolas están en el límite de su rentabilidad. Por lo que un incremento de costes de un 15% puede llevar al abandono de las tierras", precisa Alfonso Campo, del Departamento de Desarrollo de Negocio de Sirasa, empresa adscrita al Departamento de Agricultura y Alimentación del Gobierno de Aragón. De ahí que los agricultores hayan optado por la cloración, por ser el método más barato, aunque se calcula que producirá una subida del 10% en el precio del agua.

El problema, tal y como explica Miguel Ángel Peribáñez, profesor de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza, es que en cuanto el mejillón detecta un contaminante, se cierra durante días. De ahí que en Gelsa se haya optado por probar, primero, con un sistema discontinuo de cloración, es decir con introducciones puntuales, frecuentes pero no continuadas. El ahorro de costes es una razón de esta elección. Y otra es que el cloro, en dosis bajas, no perjudica a los cultivos.

La eficacia de estos tratamientos debe ser respetuosa con el medio ambiente. Y es por ello que son muchos quienes demandan ayudas económicas, al igual que se hace con los municipios para el abastecimiento de agua de boca. Porque hacer frente a este problema resultará muy caro para el agricultor. Las cifras con las que trabaja la propia CHE revelan que el coste de una instalación de un sistema como el de cloración y filtración puede alcanzar los 600.000 euros para comunidades grandes de regantes, a los que hay que sumar otros 40.000 anuales para el mantenimiento.

Un claro ejemplo de los daños económicos es Fayón, que sufre desde el 2002 los efectos devastadores de la especie. Solo en el 2006 se invirtieron más de 400.000 euros en las labores de limpieza de los depósitos, en la construcción de una nueva estación previa a los depósitos para desinfectar las aguas; en la instalación de filtros, o en el cambio de bombas submarinas y tomas.