El exsenador y expresidente del PP de Huesca, Rodolfo Aínsa, rompió ayer su silencio después de conocerse el sobreseimiento de su imputación por tráfico de influencias en la operación Molinos. Ahora, libre de cargos, asegura haberse sentido "perseguido, condenado de antemano". "Percibí una ensañación impropia para los que me conocen bien y probablemente escasa para los que, aún sin conocerme, han tenido a bien condenarme", asevera en una carta remitida por él a los medios de comunicación.

Aínsa tampoco olvida a "un alto dirigente del Partido Popular en Aragón" que dijo de forma pública que el PP "perdonaba, en clara alusión a mi imputación, a los que meten la pata pero no a los que meten la mano en la caja", una declaración por la que, admite, estuvo a punto de romper su silencio antes. Pero, finalmente, optó por continuar callado.

Mientras, en su escrito, el exsenador también aclara que nunca fue expulsado del partido, sino "suspendido de militancia" y ofrece como prueba la carta que le remitió la dirección nacional del PP, el responsable de conflictos Carlos Argos, en la que se le comunica que "se me suspende cautelarmente".

Pero este proceso, admite Aínsa, le ha pasado factura por el "desgaste" a su familia y por el quebranto económico a la empresa de sus hijos --que "daba trabajo a 120 empleados"--, pero ahora que la Justicia le ha dado la razón, debía explicarse por quienes le mostraron su confianza y por los que "se apresuraron a condenarme". Además, lamenta el "escaso eco" mediático que ha tenido su exculpación y afirma que su mano "siempre estará tendida para aportar, para sumar", por Aragón.