Al estilo de la que organizó la afición zaragocista la pasada temporada, la hinchada del Deportivo de La Coruña se ha propuesto crear un clima infernal el próximo sábado en Riazor en el encuentro ante el conjunto aragonés. No es que el estadio gallego sea un territorio belicoso, con esas formas agresivas que se ven, y se sufren, en El Sadar, por ejemplo. Pero sus seguidores sí consiguen hacer del reducto una caldera que, como poco, les da un impulso extra a sus jugadores, hacen pensar a los árbitros y condicionan a los rivales de mentalidad frágil.

La ardiente atmósfera ya la consiguió recientemente en el derbi ante el Celta, fecha en la que resucitó un equipo al que muchos de los suyos daban por muerto. No lo hacía parte de su afición, que ahora, tras sumar también el triunfo de Mallorca, ve en el encuentro frente al Zaragoza una jornada clave para convencer a todos de que la salvación es una realidad. Por eso quieren crear "ese ambiente que alucinó a tanta gente", según explican. Lo hacen bajo un lema parecido al que utilizó La Romareda meses atrás y que en las últimas semanas, aunque más tímidamente, ha vuelto a sonar en el coliseo zaragozano. Es el famoso 'Sí se puede' que en La Coruña es 'Pódese carallo'.

Las peñas ya han llamado a la hinchada a reventar Riazor. De momento, la cita es a las seis de la tarde, dos horas antes de comenzar el partido. Pretenden recibir al equipo en un ambiente de fervor y que las gradas estén completamente pobladas media hora antes del comienzo del choque. A las 20.00 horas, cuando José Antonio Teixeira Vitienes pite el inicio, se espera que no haya ni un asiento libre. El club ha colaborado rebajando los precios de las localidades. Los abonados pueden comprar por 15 euros una entrada que sirve para ver el choque contra el Zaragoza y el siguiente frente al Athletic.

"Hay días que marcan el porvenir en los que no hay margen para el error", reza la citación de las peñas deportivistas, en la que se expresa el sentimiento con el que se viven estos días en La Coruña y la importancia del choque ante el Zaragoza. No es nuevo. Hace semanas que el deportivismo se ha volcado con su equipo. Empezó apareciendo en los entrenamientos en una forma y volumen sorprendente, siguió con recibimientos poco comunes y ha terminado por contagiar a casi todos. Pocos son ya los que no creen en el Depor. A los que se resisten, convencidos de que el conjunto se ha limitado a hacer un buen partido (el último en Son Moix), los quieren convencer este sábado.

Hay comunión sin duda entre el equipo y sus fieles. La última muestra se produjo el lunes por la tarde. Más de medio millar se acercó a media tarde jalear a sus jugadores tras aterrizar de Mallorca. No es la primera vez que la afición supera las expectativas. Tres mil seguidores habían acudido al entrenamiento del viernes anterior, con gritos de ánimo y pancartas. También lo habían hecho en las malas. Tras el debut de Fernando Vázquez, a la vuelta de Sevilla, unos trescientos hinchas recibieron a los futbolistas. En fin, que queda fe de sobra. El sábado la pondrán toda dentro de una caldera.