Mañana se cumple un mes de unas elecciones en las que la ciudadanía decidió que Aragón iba a tener su Parlamento más plural y que el Gobierno que emanara de él sería consecuencia de complejos y pactos que podían dilatarse en el tiempo. Paradójicamente, esa misma radiografía indicaba al mismo tiempo que habría Gobierno y que este estaría liderado por el secretario general del PSOE, Javier Lambán y que debería contar por fuerza con el apoyo de Podemos, así como el de CHA y, por voluntad de integrar a las izquierdas, el escaño obtenido por IU. Pero este escenario dado por hecho por todos, incluso el PP de Luisa Fernanda Rudi en la misma noche electoral está teniendo una evolución compleja en la que Podemos está siendo un negociador exigente. Aragón es, junto a Asturias, la comunidad en la que la escenificación de la discrepancia es mayor y ambas serán, a este ritmo, las últimas en tener constituido el Gobierno.

Distintas visiones

Los continuos tiras y afloja de la negociación no hacen sin embargo lejano el acuerdo. Los socialistas creen que Podemos tiene una estrategia definida que le obliga a mantener la posición de discrepancia pero que tienen claro que el acuerdo es necesario y rápido. Incluso podría darse en las próximas horas. Consideran desde el PSOE que se puede introducir en un anexo al decálogo de investidura todo aquello que es motivo de discrepancia o que debe desarrollarse con posterioridad. Es decir, señalan que todos los elementos que se han introducido en el documento y que en realidad no hacen sino desarrollar puntos del decálogo podrían introducirse en un anexo para que lo ejecute el Gobierno.

Podemos, por el contrario, quiere facilitar el Gobierno e incluso ahora no cuestiona que debe ser Lambán el presidente del mismo y ellos deben mantenerse al margen. No contemplan ni una repetición de las elecciones ni otro Ejecutivo. Pero a la vez recelan de un PSOE al que hasta hace pocas semanas llamaban casta, término que ya emplean con menos fruición de lo que lo hacían antes de los resultados electorales. Pero no quieren entregar un cheque en blanco y mantienen las reticencias hacia el PSOE, por las decisiones adoptadas en el pasado y por representar una forma de hacer política que ellos consideran obsoleta. Coloquialmente, quieren tirar de las orejas a los socialistas y hacerlos más próximos a la ciudadanía. El propio Echenique aseguraba ayer que sus propuestas no están tan alejadas de los principios fundacionales del PSOE del Pablo Iglesias de 1879 ni de lo que piensa gran parte de su militancia.

Por ello, ambos están condenados a entenderse para que haya un Gobierno y lo saben, pero los dos tienen que mantener una posición firme. Además, Podemos no quiere pasar a la Historia como el partido que apoyó con más rapidez un Gobierno en Aragón. Y esto ocurrió un 5 de julio. A partir de ahí, todo es posible.