Los bomberos de la Diputación de Zaragoza (DPZ) han puesto en marcha el proyecto Hogar Seguro, una iniciativa pionera en toda España que consiste en la instalación de detectores de humo y monóxido de carbono en las viviendas más vulnerables de la provincia. El objetivo es la detección precoz de los posibles incendios e intoxicaciones: en cuanto salte la alarma, los vecinos tienen que salir de la casa para evitar cualquier riesgo. Se trata de un proyecto a medio y largo plazo, pero el objetivo de la DPZ es intervenir en, al menos, unas 250 viviendas al año.

El Servicio Provincial de Extinción de Incendios (SPEI), que será el encargado de la tarea, ya ha estado realizando una prueba piloto durante los últimos meses en 38 hogares (donde se colocaron 130 detectores) pertenecientes a 11 municipios de la comarca de Tarazona y el Moncayo.

El jefe de la zona oeste del SPEI, Tomás García, explicó que la primera prueba ayudó a prevenir varios accidentes en los que podría haber peligrado la vida de algún vecino. Actualmente, se ha iniciado la primera fase en Daroca pero se irá extendiendo a toda la provincia.

En caso de fuego o de acumulación de monóxido de carbono, la alarma de los detectores se disparará avisando tanto a los ocupantes de la casa como a los vecinos. Estos últimos serán formados por los propios equipos de bomberos, que se acercarán a la localidad para explicar cómo actuar ante una emergencia de este tipo.

Los requisitos para instalar los dispositivos en las viviendas serán que la persona sea mayor, inválida o con problemas importantes de salud, que viva sola y no tenga a su entorno cerca. Para seleccionar a los vecinos el servicio provincial será apoyado por los consistorios de las distintas localidades donde opere. "Tenemos intención de protocolarizar el proceso conforme consigamos más experiencia", comentó explicó en la presentación del proyecto el diputado delegado del SPEI, Alfredo Zaldívar.

El proyecto se desarrollará en cuatro fases: detección de los hogares de mayor riesgo con ayuda de servicios sociales; la visita de reconocimiento de los bomberos del SPEI con la instalación de los detectores que sean necesarios; impartición de una charla informativa para todos los vecinos de la localidad donde se les explicará cómo deben actuar en caso de que salte una alarma; y seguimiento con visitas periódicas (cada seis meses o un año).