Los ancianos con un mayor consumo de azúcares añadidos en su dieta tienen más riesgo de ser frágiles, según un estudio en el que ha participado el doctor Martín Laclaustra, investigador de la Fundación Agencia Aragonesa para la Investigación y Desarrollo (ARAID) en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón -IIS Aragón.

Se trata de un análisis realizado sobre 1.973 adultos mayores españoles en el que se examinó la asociación entre el consumo de azúcares añadidos en alimentos procesados y el desarrollo de fragilidad en personas mayores, que publica la revista The American Journal of Clinical Nutrition.

Según informó ayer el Gobierno de Aragón, la investigación se ha llevado a cabo en el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), CIBERESP e IMDEA Alimentación y en el hospital universitario Miguel Servet de Zaragoza, en la parte final.

El síndrome de fragilidad asociado a la edad es una condición que resulta de la pérdida de reserva funcional y que tiene entre sus fundamentos fisiopatológicos la insuficiente masa muscular. Según Laclaustra, es «potencialmente evitable y puede ser reversible mediante hábitos de vida saludable, como realizar actividad física, tomar una alimentación adecuada o reducir la polifarmacia».

Durante el seguimiento de este estudio, un participante se consideró frágil cuando presentó al menos tres de los siguientes criterios: cansancio, baja actividad física, lentitud al caminar, pérdida de peso no intencional y debilidad muscular.

Los resultados de esta investigación mostraron que los participantes de este análisis que consumían más de 36 gramos al día de azúcares añadidos desarrollaban el síndrome de fragilidad con más frecuencia (más del doble) que aquellos que consumían menos de 15 diarios. Los componentes del síndrome de fragilidad más relacionados con el consumo de azúcares añadidos fueron, por otra parte, la baja actividad física y la pérdida de peso no intencional.